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El naftaleno que costó 100 millones de euros

El naftaleno que costó 100 millones de euros
Luis Ayllón el

Si no surgen problemas, en el año 2017 el Ministerio de Asuntos Exteriores volverá a tener su sede en la Plaza del Marqués de Salamanca, una céntrica ubicación que se abandonó a comienzos de 2004, tras detectarse algunos problemas de naftaleno que afectaron a unos 150 trabajadores. La decisión, tomada por Ana Palacio, la última ministra de Asuntos Exteriores de José María Aznar, habrá costado, cuando se termine el proceso de rehabilitación de lo que fuera en otros tiempos sede del Instituto Nacional de Industria, más de 100 millones de euros.

Entre la decisión inicial, sin duda precipitada, y la inoperancia del Gobierno de José Luis Rodríguez, cuyo ministro de Exteriores Miguel Ángel Moratinos anunciaba cada año una posible nueva sede, que nunca se llegaba a concretar, se ha hecho un buen roto a las arcas del Estado. Es algo que se podría haber evitado con un poco más de sentido común.

En primer lugar, el abandono de la sede no debería haberse producido sin un plan alternativo para solucionar el problema, al que se dio una magnitud mayor de la que tenía. El nivel de naftaleno detectado estaba por debajo de los niveles permitidos por el Instituto de Seguridad e Higiene en el Trabajo y no se trata de un gas letal, aunque provoque problemas de irritación. Evidentemente, los trabajadores no debían continuar expuestos a esos problemas, pero tal vez hubiera habido otras soluciones menos costosas.

Finalmente, se optó por una solución provisional, el alquiler de las Torres Ágora, que cada mes costaba 650.000 euros y que, al cabo de nueve años se ha llevado más de 70 millones de euros, a los que hay que añadir los dos millones anuales que se pagaban por otras dependencias de Asuntos Consulares, en la calle Ruiz de Alarcón, y los gastos de unas oficinas de la Agencia Española de Cooperación Internacional y para el Desarrollo (Aecid).

Si se hubiera emprendido la reforma de la Plaza del Marqués de Salamanca de forma inmediata, a estas alturas el Ministerio estaría desde hace seis años en su sede. Por el contrario, Moratinos, que no parecía muy partidario de que la sede estuviera en el exclusivo barrio de Salamanca, se dedicó a buscar otras opciones. Casi cada año anunciaba una distinta: en el Cuartel General del Aire, en Moncloa; en las cercanas dependencias del que fue Regimiento Inmemorial del Rey en el paseo de Moret; o en el Cuartel de Ingenieros del Ejército, en la calle Raimundo Fernández Villaverde. Ninguna de ellas salió adelante, por lo que se siguieron pagando alquileres.

El actual ministro, José Manuel García-Margallo, se empeñó en encontrar una solución definitiva y, tras las negociaciones con Hacienda, se ha adoptado la que parecía más lógica y que es la que desean la mayoría de los funcionarios que trabajan en el departamento: la rehabilitación de la antigua sede, donde,con las oportunas reformas, se habilitarán 41.000 metros cuadrados, que se espera sean suficiente para albergar a unos 1.300 trabajadores. No hay que olvidar que se mantiene la vieja sede del Palacio de Santa Cruz, donde hoy tiene su despacho el ministro.

Aunque ya hay proyectos en marcha, las obras no comenzarán hasta 2014 y se prolongarán durante tres años, por lo que habrá que seguir pagando alquileres, a un ritmo de seis millones al año por Torres Ágora, ya que se obtuvo recientemente una rebaja en el precio. Además, un millón más por las dependencias de Consulares y algo más por las oficinas de la Aecid. Es decir que, fácilmente, cuando se terminen las obras, se habrán pagado más de millones de euros.

A esa cantidad habrá que añadir parte del coste de las obras, ya que, aunque se espera obtener entre 50 y 60 millones de euros por un solar de la calle de Padre Damián del que dispone el Ministerio, se calcula que las reformas pueden superar los 70 millones.

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