El escudo de Rubalcaba
Alfredo Pérez Rubalcaba es, desde luego, uno de los políticos españoles más hábiles para tergiversar la realidad de las cosas y, además, para echar las culpas a los demás de sus propias actuaciones. El pasado martes, en los Desayunos de Europa Press, Rubalcaba quiso dar la impresión de que no estaba de acuerdo con la decisión de José Luis Rodríguez Zapatero de facilitar la base de Rota para instalar los componentes navales del escudo antimisiles de la OTAN. Cuando se le preguntó si Zapatero le había informado, respondió: “Me informó” y sobre si le pareció bien, volvió a responder: “Me informó”.
Pero lo cierto es que Rubalcaba sabía perfectamente cuáles eran las intenciones del Gobierno sin necesidad de que Zapatero le informara. Lo sabía, porque la petición estadounidense se produjo en enero, se concretó en primavera y se dio el visto bueno en mayo, tras aceptarlo Mariano Rajoy y cuando Rubalcaba aún estaba en el Ejecutivo, del que era nada menos que vicepresidente. No puede poner ahora cara de sorpresa.
Zapatero debía anunciar la decisión con tiempo suficiente para que la Administración Obama lo incluyera en sus presupuestos de 2012, que tienen que ser aprobados en noviembre y eligió bien el momento para hacerlo: cuando las Cortes ya estaban disueltas y no había posibilidad de debate en las Cámaras.
Rubalcaba conocía, por supuesto, ese calendario. Y sabe que la decisión le puede restar votos por la izquierda, por más que el otro día dijera que no esperaba que fuera así. No podía decir otra cosa, naturalmente, pero la forma en que se ha hecho todo denota ese temor.
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