La autobiografía de Jorge Dezcallar “Valió la pena” que acaba de ver la luz tiene, sin duda, sus páginas más interesantes en los capítulos dedicados a su etapa en el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y singularmente en las horas que siguieron a los atentados del 11-M. Pero el libro revela también algunas interioridades de la gestión del Gobierno de turno cuando Dezcallar fue embajador en Marruecos, la Santa Sede o Estados Unidos.
Dezcallar llegó a Washington en 2008 cuando aún estaba en la Casa Blanca un George W. Bush que no quería ni oir el nombre de José Luis Rodríguez Zapatero, que aceptó a regañadientes -y sólo porque Francia cedió su puesto- que España participara en una reunión del G-20 y que, incluso, trató de evitar que el presidente del Gobierno español tomara la palabra en esa cita, según cuenta el autor del libro.
Lo que también revela es que Zapatero, que vio los cielos abiertos cuando Barack Obama ganó las elecciones, maniobró de manera descarada para ser recibido por el presidente estadounidense en la Casa Blanca antes que Su Majestad el Rey. Así lo cuenta Dezcallar, que había recibido instrucciones del ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, para realizar gestiones con el fin de que Obama recibiera a Don Juan Carlos en cierta fecha:
“Cuando trasladé la petición a la Casa Blanca, Elizabeth Sherwood-Randall, responsable de Europa en el National Security Council, me preguntó si era «normal» que el Rey visitara Estados Unidos antes que el presidente del Gobierno. Le contesté, seco, que el Rey era el jefe del Estado, y entonces ella se descubrió al inquirir si yo le estaba hablando en nombre del Gobierno, a lo que, muy molesto, le respondí que yo había ido a verla como embajador de España, y como tal le había hecho la solicitud.
“Salí de la reunión indignado como pocas veces lo he estado, pues sus cuestiones revelaban que alguien había hecho antes que yo una propuesta diferente a Washington, y eso sólo podía proceder de la Moncloa, que quería que Rodríguez Zapatero pisara la Casa Blanca antes que el Rey.
“Moratinos y Aza no se lo podían creer. Les dije a ambos que me estaba quemando, y que por eso era mejor que me cesaran y buscaran otro embajador. Pero mi presunción era correcta: mientras yo pedía que Obama recibiera al Rey, la Moncloa sugería por su cuenta, a espaldas de la propia Zarzuela—y por supuesto de la embajada—, que atendiera antes a Rodríguez Zapatero. Y yo en las nubes. ¡Vaya papelón!
“Somos expertos en pegarnos tiros en nuestros propios pies, como dicen los americanos. Al final, Rodríguez Zapatero se llevó el gato al agua y fue el primero en plantarse en la Casa Blanca. Llevaba cinco años esperando ese momento”.
Estados Unidos