Casi seis meses después de llegar a la Casa Blanca, Donald Trump sigue sin desvelar quien es la persona a la que quiere enviar como embajador en Estados Unidos. De ahí que la recepción del Día de la Independencia en la Embajada de Estados Unidos en Madrid, celebrada ayer, haya estado presidida por el ministro consejero, Krishna R Urs, que ejerce como encargado de Negocios desde que a comienzos de año abandonó España James Costos, el último embajador de Barack Obama.
El proceso de nombramiento de nuevos embajadores en Estados Unidos no es sencillo. Tras ser elegidos por el presidente, tienen que recibir el plácet del país al que irán destinados y lograr la aprobación del Comité de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense, un trámite que no es meramente protocolario y puede dar algún disgusto. No es lo habitual, pero sólo después de obtenida esa aprobación se puede efectuar su nombramiento.
Es decir, se precisa algo de tiempo, pero, la tardanza obedece al cierto retraso que lleva Trump a la hora de nombrar embajadores que no sean diplomáticos de carrera. Y, para España, como ha sido norma en los últimos años, parece que se piensa en alguien vinculado con el presidente, fundamentalmente por haberle dado su apoyo en las elecciones. Un apoyo no sólo moral, sino sobre todo económico.
En el Ministerio de Asuntos Exteriores no se ha recibido la petición de plácet para nadie. Ni siquiera en la visita que la pasada semana hizo a Washington el ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis, para reunirse con el secretario de Estado, Rex Tillerson, se ofreció pista alguna sobre quien quiere Trump que represente a Estados Unidos en España.
El único nombre del que se ha hablado con fuerza es el del empresario de Florida Duke Buchan, que ha sido uno de los principales donantes a la campaña que llevó a Trump a la Presidencia. Según el New York Times, Buchan, que es un apasionado de España y del español, ha expresado a Trump su interés en ocupar la Embajada en Madrid.
Fundador de la compañía Hunter Global Investors, Buchan tuvo acciones, según el mismo diario, en una empresa española relacionada con contratos del Ejército español. En 2011 creó en la Universidad de Carolina del Norte el Fondo de Excelencia Buchan dedicado a apoyar a los estudiantes de lengua y cultura hispanas.
Pero Buchan no es el único que se postula y nadie se atreve a afirmar que vaya a ser el elegido . En cualquier caso, todo apunta a que es muy posible que no haya nuevo embajador hasta al menos finales de este año o comienzos del próximo.
Tampoco es algo excepcional. La tardanza suele acentuarse cuando hay cambio de Administración. Así ocurrió, por ejemplo cuando George W, Bush dejó la Casa Blanca en 2009 y entró Barack Obama. Desde que salió el último embajador de Bush en España, Eduardo Aguirre hasta que llegó el primero de Obama, Alan D. Solomont, pasó todo un año.
Curiosamente, el actual encargado de Negocios, Krishna R. Urs, diplomático de carrera, ha sido nombrado embajador de Estados Unidos en Perú y este verano se incorporara a su puesto, con lo que será sustituido en sus funciones por el nuevo ministro consejero y “número dos” de la Embajada, Ben Ziff, que llegará en septiembre a Madrid.
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