Lo normal es bajarse los pantalones
El secretario de Estado para Iberoamérica, Juan Pablo de Laiglesia, ha declarado a la agencia Efe que considera comprensible que la mayoría de los países iberoamericanos haya vetado la presencia del presidente hondureño, Porfirio Lobo en la Cumbre Unión Europea-América Latina a celebrar en Madrid del 17 al 19 de mayo. Es decir, que el Gobierno español, no sólo se baja los pantalones ante la amenaza de plante de Lula y el club bolivariano de Hugo Chávez, sino que además cree que hacerlo es de lo más normal del mundo.
Según el diplomático español, lo único que quieren esos países es impedir que se dé la impresión de que las elecciones posteriores a un golpe de Estado convalidan el propio golpe, algo que, por supuesto, la comunidad internacional y España quieren evitar a toda costa.
Si es así, no se entiende muy bien por qué el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en una carta conjunta con el presidente estable del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, invitó a Lobo a viajar a Madrid. A quien tendría que haber invitado, por lo visto, es a Manuel Zelaya, el presidente derrocado que llevaba al país por el camino del caos y a quien la mayoría de los hondureños no echan de menos, a tenor de los votos que han dado a Lobo, quien, por cierto, no participó en el golpe.
Tampoco se comprende esa postura tan digna del Gobierno español, cuando, después de haber condenado en agosto de 2008 el golpe de Estado del general el general Mohamed Uld Abdelaziz, en Mauritania –derrocando a Sidi Mohamed Uld Cheij, primer presidente elegido democráticamente desde que el país se independizó de Francia en 1960-, fue de los primeros en recibirle con los brazos abiertos en España.
Al Gobierno de Zapatero no le queda ahora otra salida que dar por bueno lo sucedido, con tal de salvar la cumbre. Eso sí, a costa de haber dado una vez más muestras de su debilidad, cediendo al chantaje promovido por Lula. Lo cual, al parecer, ha dejado resentidas las relaciones con Brasil.
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