Fabian Picardo ha sacado toda su artillería para cargar contra España con motivo de su intervención anual ante la Cuarta Comisión de la Asamblea General de Naciones, que se ocupa, entre otros asuntos, de los procesos de descolonización. El ministro principal de la colonia acusa a España de querer dañar la reputación de Gibraltar.
Tiene razón: el Gobierno español está empeñado en que Gibraltar deje de ser el lugar idóneo en el que hacer maniobras financieras para pagar menos impuestos en España; quiere que cese el contrabando de tabaco; y que los contrabandistas dejen de refugiarse con sus lanchas en el puerto de la colonia. A lo largo de los años, Gibraltar ha conseguido ser conocida en el mundo por ese tipo de prácticas, lo que unido a la indiscutible habilidad de los gibraltareños para abrirse a nuevas oportunidades, como las apuestas de juego on line, por ejemplo, ha hecho que el Peñón se convierta en el cuarto territorio con mayor PIB del mundo.
Gibraltar se ha labrado, así, merecidamente una reputación, pero no la idílica que apunta Fabian Picardo, sino otra bastante más nociva para los intereses económicos de España, que, como mínimo, no puede permanecer impasible mientras tenga en el zapato la piedra gibraltareña, que tanto le perjudica. Es lógico que pretenda acabar con esa reputación.
De todos modos,a pesar de lo que se escriba sobre el Peñón, Gibraltar no es hoy -ni lo ha sido nunca- el principal problema de España, ni creo que sea lo que le quita el sueño a ningún español, incluidos el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y su ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo. Menos ahora, que se avecinan unas elecciones generales de incierto resultado.
Picardo también tiene elecciones dentro de poco tiempo y necesita reforzar sus planteamientos nacionalistas, a pesar de que no parece que vaya a tener problemas para permanecer otra legislatura en el poder.
Con este panorama, no creo que nadie piense sinceramente en que se puedan poner en marcha unas conversaciones “ad hoc” sobre asuntos de cooperación, que Picardo nunca quiso y menos ahora en que confía en que si el PSOE llega a La Moncloa, resucite el Foro Trilateral de Diálogo. Habrá que saber qué piensa de esto Pedro Sánchez. Y también Albert Rivera, claro.
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