El desfile de Victoria Beckham en la New York Fashion Week fue redondo, en todos los sentidos. Por mucho que moleste la antipatía habitual de la ex-Spice, que carece de empatía y naturalidad porque siempre está de pose, hay que reconocer que su colección presentada fue sólida.
Contó Victoria con el apoyo de su marido e hijos. David Beckham y sus hijos Romeo, de 15, Cruz de 12 y Harper Seven, de 6, se sentaron en primera fila. Y Victoria no dudó saludarlos con un beso.
El desfile tuvo lugar en la mansión de James Burden en el Upper East Side de Manhattan, un edificio construído en 1901 por William Sloane para su hija Adele cuando ésta se casó con el magnate del acero, James Burden. Localizada en el número 7 de la calle 91 Este de Manhattan, fue obra de los arquitectos de la Estación Central de Nueva York, Warren and Wetmore.
Solo su hijo mayor, Brooklyn, de 18 años, que estudia fotografía en Nueva York, se encontraba ausente por estar en clase.
Aunque probablemente volverá a desfilar en Londres en otoño, esta incursión en Manhattan ha brillado por su rotunda practicidad y sobria puesta en escena. Sus pieles falsas, los zapatos femeninos con kitten Heels alternados con zapatos masculinos, el leopardo impreso en tela veneciana de tapizar muebles y los elegantes pantalones, presentaron un estilo utilitario con un toque de sport-luxe.
Victoria posa en el interior de una bolsa gigante de su propia colección.