La indumentaria de la época romántica en Ronda ha tenido una gran repercusión en el imaginario cultural colectivo de España. La madroñera goyesca o rondeña, esa suerte de redecilla gruesa para recoger ligeramente el pelo, marcó una época, representó una nacionalidad, presidió los retratos de una generación y sigue siendo un sofisticado accesorio.
Si bien es cierto que las redecillas para el cabello datan de la Antigua Grecia, se popularizaron entre las señoras en el siglo XIII en Inglaterra y Alemania. Pero entorno a 1730 la moda cala entre campesinas andaluzas, conformándose como uno de los elementos del atuendo típico rondeño que pronto adoptaron los bandoleros de las sierras y las mesoneras de los pequeños poblados de los caminos.
La moda se extendió en 1750 al majismo, a las “Manolas” y “Manolos”, personajes populares de barrios castizos de Madrid, especialmente representados por Goya en sus series de la feria de San Isidro o de las fiestas en la pradera – el quitasol, la cometa, el columpio-, así como en los cuadros de los entonces muy famosos toreros rondeños José y Pedro Romero.
Aunque desde mediados del siglo XVIII era de nuevo Francia la que dominaba el mundo de la moda occidental, entorno a 1808 los españoles comenzamos a rebelarnos contra la invasión militar, cultural y política de Napoleón, rechazando adoptar cualquiera de sus costumbres. Fue así com con la Guerra de la Independencia, incluso la nobleza comenzó a adoptar la moda goyesca, afirmando su casticismo y españolidad.
Goya representó el “majismo” incluso en los retratos de la mismísima reina Maria Luísa de Parma y de la duquesa de Alba. La madroñera rondeña o goyesca, esa redecilla holgada de trama ancha con madroños ha definido desde entonces ese estilo español que tan bien representó la Infanta Elena en la boda de Victoria de Suecia en 2010.
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