Los desfiles de moda más impresionantes no siempre tienen lugar en las Semanas de la Moda de París y Milán. A veces, los vestidos que eligen las reinas y princesas europeas para los actos a los que asisten, dan lugar a una mejor versión del look. Un buen ejemplo es el de la princesa Marie-Chantal de Grecia que llevó a la cena previa a la boda de Magdalena de Suecia un elegante vestido palabra de honor de Oscar de la Renta. La mejor versión, la de la princesa.
La princesa Charlene de Mónaco utilizó para la misa de Santa Devota una chaqueta de la colección de Akris que combinaba mejor que la modelo del desfile.
Incluso la versión rectificada de un vestido y abrigo de Elie Saab, lucía con más garbo llevada por la Gran Duquesa María Teresa de Luxemburgo en la boda civil de su hijo Guillermo con Stéphanie de Lannoy que en la pasarela y mejor aún que llevada por Lupita Nyong’o en los Golden Globes. Independientemente de la edad y de la silueta de cada una, el conjunto era más adecuado para la Gran Duquesa y lo complementaba mejor.
Por último, Máxima de Holanda, la reina capaz de ponerse una maceta en la cabeza y que le quede bien, le da juego y otro aire a cualquier top, incluido este de Natan, que llevó en una recepción de Año Nuevo en Amsterdam. Nada mejor para llevarse el gato al agua que buenas dosis de seguridad, buenas joyas, el hábito de ir siempre arreglada y una amplia sonrisa.
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