Leïla Menchari nació en el Túnez de 1927, cuando el país era aún Protectorado de Francia y sus nexos con el país galo eran profundos y fluídos. A través del arte, consiguió llegar a ser la primera y más emblematica “visual merchandiser” del mundo actual.
El Visual Merchandising comenzó por ser un simple escaparatismo, que como tantas cosas había nacido en las pequeñas tiendas con portalones de la Francia y la Inglaterra del siglo XVII.
Pero hasta finales del siglo XX el escaparatismo no ha sido un verdadero arte aplicado al mundo de la moda. Leïla Menchari nació en el seno de una familia educada, de padre abogado y madre con carácter y visión artística, una feminista de charlas y mitines ya por aquel entonces.
A través de sus padres, Leïla conoció a artistas y pensadores asentados en Francia de la talla de Man Ray, Serge Lifar o Jean Cocteau. Estudió Bellas Artes y al marcharse a París contactó con el también tunecino Azzedine Alaïa, que la introdujo en el mundo de la moda.
Fue modelo para Guy Laroche y más tarde trabajó en la empresa en otras funciones, hasta que puso pié en Hermès. Allí comenzó decorando tiendas en general y acabó diseñando accesorios, bolsos y – principalmente- sus míticos escaparates de la rue du Faubourg Saint-Honoré, más tarde replicados de modo más sencillo en el resto de las tiendas de la marca a tráves del mundo.Si bien es cierto que, personalmente, los escaparates de Hermès me han parecido siempre excesivamente surrealistas y más dignos de Alicia en el País de las Pesadillas que otra cosa, hay que reconocer que la Menchari supo inventar y no copiar, idear espacios únicos que alzasen la marca a un universo etéreo e intemporal.Leïla Menchari ha muerto el sábado pasado, víctima del Covid-19 en París a los 93 años. Sin ella, la maison parisina no hubiera sido lo mismo.
La “reina del encantamiento”, según Dumas, podría haberse dedicado a muchas otras cosas, pero esta iniciativa comercialmente rentable e interesante satisfizo su curiosidad. Ella, que había nacido de una familia materna de propietarios de fincas en Túnez, descendientes de una semi nobleza algo enturbiada pero con estilo, eligió quedarse en París, en el confort de un mundo del escaparatismo profesionalizado que podríamos decir que fundó. Muy a su manera, eso si.
Su estilo personal, no obstante, era más recargado, bizantino, tunecino… y apasionante.
Nombrada Caballero de la Orden del Mérito en Francia en 1995, Leïla podría haber expandido su radio de acción, su influencia profesional. Pero prefirió seguir disfrutando de cuando en cuando de sus cenas con amigos del mundo del arte y de sus viajes a Tunez. Fue una mujer interesante y compleja que marcó un recorrido profesional que ahora tantos siguen en el mundo del diseño de espacios y escaparates comerciales en la moda.