La casa francesa abrirá de nuevo boutique en París en 2016
Hace casi 49, Paco Rabanne era la comidilla de la moda mundial. Abría las puertas su primera boutique de París descubriendo un interior de paredes negras, mobiliario en plástico y andamiaje metálico. Tras una década sin tiendas propias, la casa Rabanne abre de nuevo en París.
Esta vez, se trata de un espacio en la mágica calle Cambon, allí donde Coco Chanel instaló y consagró su taller. Suponemos, que gran parte del concepto estará basado en el estilo de la primera tienda en el 33 de la rue Bergère. Probablemente sea buen momento para hacer revivir una marca de fuerte personalidad, con un estilo inminentemente moderno incluso hoy en día.
Francisco Rabaneda Cuervo, natural del pueblo guipuzcoano de Pasajes, era hijo de la costurera jefa de Balenciaga, una verdadera eminencia en los suyo. Exiliado en Francia desde niño, se marchó a París para estudiar arquitectura, la pasión que ha marcado su vida y el estilo de su costura.
Sus años en el taller de arquitectura de Auguste Perret, constructor de múltiples monumentos en París y padre del hormigón armado, coincidió con el famoso arquitecto Jean Prouvé, especialista en casas y mobiliario de aluminio. Los años dedicados a la arquitectura le enseñaron a dibujar, a ser riguroso y controlar el juego que crean los volúmenes.
En 1959, WWD publica una serie de vestidos suyos. La repercusión del reportaje le sitúa en la casilla de salida de una carrera meteórica. Tras haber colaborado con varias marcas de moda en la realización de accesorios y zapatos, comienza a brillar en el estrellato de la moda.
En sus inicios, él mismo se autodenominaba “accesorista”, ya que su fuerte eran los enormes pendientes de plástico, los bolsos en cordón de plata o los zapatos futuristas en colores ácidos. Comenzó a fabricar artesanalmente piezas y accesorios para prendas de Balenciaga, Pierre Cardin, Courrèges, Givenchy o Nina Ricci. Es en 1966 cuando se estrena en el hotel George V para desfilar con “12 vestidos imposibles”. En 1966 crea su tienda como base de un universo onírico, pensando en la imagen de cara a la prensa y a sus famosas clientas, que van de Françoise Hardy a Jane Fonda. Pronto comienza a colaborar con el grupo Puig, creando perfumes de gran éxito como Calandre o Paco Rabanne pour Homme. Sus históricos vestidos en aluminio o papel y sus accesorios en plexiglás; sus innovaciones le otorgaron el cetro de la moda durante años. Pero sus profecías incumplidas sobre el fin del mundo y sus excentricismos recurrentes, le llevaron a cerrar su casa en 1999, justo antes de la llegada de su anunciada apocalipsis.
Ahora propiedad del grupo Puig, la casa Rabanne está desde hace dos años en manos de un nuevo director creativo, Julien Dossena. Venido de trabajar con Nicolas Ghesquière en Balenciaga, Dossena materializa el deseo de los propietarios de lanzar el prêt-à-porter de la casa, ya que en cuanto a perfumes, Rabanne ha sido y es una mina de oro para Puig. El nuevo local, abrirá en un pequeño espacio de 60 metros, que servirá como laboratorio de estilo y como bandeja de presentación de la colección crucero 2016.
A partir de ahora, las colecciones de Rabanne por Dossena dejarán atrás el excesivo énfasis en el estilo deportivo de estos últimos dos años, adoptando elementos étnicos con materiales ultramodernos, como las túnicas de corte trapezoidal realizadas en materiales urbanos. Dossena sabe mezclar con maestría minimalismo y maximalismo, la rafia con el metal y el neopreno con el crochet. Botines, zapatos, pendientes y bolsos sorprenden tanto o más que la ropa en si. Ahora queda por ver si el nuevo creador galo es capaz de dar lustre a una casa histórica, con archivos sorprendentes e imágenes repartidas por todo el mundo. Será una labor ardua insuflar de nueva vida a una marca que en el pasado se convirtió en verdadera expresión artística de su tiempo.
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