Corea del Sur fantasea con dominar el mundo de la moda de alto nivel.
El gigante coreano Shinsegae International ultima la compra de la marca de origen francés Paul Poiret, para así alinearse con China y Japón en el relanzamiento de casas de moda europeas.
La actualidad trae a colación la recompra de prestigiosas marcas vetustas con la idea de reflotarlas. Vionnet o Halston, han seguido a Courrèges y Schiaparelli. Ahora es la marca Paul Poiret, dormida en los laureles desde hace más de 80 años, la que se prepara para volver a la vida.
El grupo coreano Shinsegae la ha comprado. Hijo de un comerciante de telas, con la sabiduría comercial adquirida en la casa del modisto Jacques Doucet y entrenado con la técnica del taller de Worth, Poiret se convirtió en el rey de la moda a principios del XX.
Entre sus hazañas, se encuentra el más drástico cambio de la silueta femenina en muchos siglos: preocupado por la comodidad de la mujer, desechó el cancán para siempre, creando una silueta recta inspirada en el estilo Imperio.
Además, eliminó el corsé, desterrando durante un tiempo la silueta de reloj de arena. Sus vestidos fluidos, se realizaban a menudo con sobretelas de gasa.
La inspiración oriental de sus colecciones, se vuelve a llevar ahora: kimonos de influencia japonesa, faldas pantalón y pantalones de estilo arabizante, algunos inspirados en los pantalones de harén de Poiret.
Paul Poiret fue un moderno gestor de empresa, promocionando antes que nada su propia imagen, creando perfumes, líneas de decoración y dominando el servicio al cliente; en definitiva, supo crear marca.
Pero aunque la marca fue muy importante en su época, quizás en nuestro “subconsciente colectivo” Poiret ya no ocupe un lugar prominente: no en vano, cerró sus puertas hace 86 años y casi ninguna persona viva recuerda la moda parisina de las señoras de la época. Los países emergentes buscan rivalizar con las potencias de la moda europea utilizando sus mismas armas; pero conseguir cierta autenticidad es crucial en el relanzamiento de una “reliquia” de la moda.
Es probable que el impulso a la marca comience por la perfumería y la belleza, y que más adelante se adentre en los accesorios y el prêt-à-porter. Para recuperar cierta dosis de glamour, se instalarán con toda seguridad en París y contratarán a algún creador polémico para idear sus colecciones. La marca va acompañada de un buen archivo de prendas y accesorios, esencial para reconstruir el legado del genial francés. Con Poiret, Shinsegae International continúa su ambición de competir con los grandes de la moda de prestigio a nivel global, como LVMH, Kering o Richemont.
La historia de Poiret, no obstante, recuerda a las tragedias habituales en la moda y el arte por varios motivos. El primero, porque al volvier a abrir su taller tras la Primera Guerra Mundial, Poiret se dio cuenta de que aquellos –como Chanel- que copiaban sus ideas tenían éxito, mientras que él se hundía cada vez más.
El segundo, que Poiret probó en sus carnes los celos de un Charles Worth que –habiéndolo contratado en su taller- decidió prescindir de alguien con su brillantez e inconformismo, ya que Poiret diseñaba, cortaba, cosía y dibujaba con verdadera maestría modelos nunca imaginados por su maestro: la envidia, un escenario habitual en la vida.
Y finalmente, acabó sus días en la más absoluta pobreza y el total olvido, tal y como harían Sócrates, Rembrandt, Schubert o Van Gogh.
Ahora resta ver, cual será el resultado de la compra. Si Shinsegae lo hace bien, los chales, las capas, las plumas, las borlas y el estilo teatral que Poiret adoptó en su día, reinarán de nuevo en las pasarelas. Si, en cambio, Shinsegae no consigue reanimar a esta bella durmiente, se sumirá de nuevo en el letargo del paraíso de la moda hasta que un nuevo príncipe venga a despertarla.
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