El cine obra milagros. Somos capaces de imaginar que una persona cobra vida aunque la interprete un actor o actriz. Eso ocurrirá el 23 de mayo, cuando llegue a los cines la peliícula que va a inaugurar el comienzo del festival de Cannes de este año, Grace de Mónaco.
La película destaca la figura de Grace Kelly cuando se instala en Mónaco y renuncia a ciertas ofertas cinematográficas de Hollywood en pro de ayudar a su pequeño principado y su marido frente a las intenciones “paternalistas” de Francia. Nicole Kidman da vida a la Princesa Gracia.
El director de la película, Olivier Dahan, ha prestado especial atención a los exteriores, los decorados y el vestuario de los actores principales.
Tim Roth, Frank Langella y una Paz Vega que interpreta a María Callas forman parte del elenco de actores.
Pero la labor de la iluminación, el maquillaje y los filtros de efecto “photoshop” han hecho casi el mejor trabajo de todos, restaurando a Nicole Kidman para convertirla en una muy relativa réplica de la guapísima Gracia de Mónaco.
Nicole ya no es esa chica australiana con una mata de rizos rojos y cara redonda que vi personalmente en Los Ángeles en 1990, montada en el todoterreno de Tom Cruise.
La imagen de Nicole Kidman se ha hecho más sofisticada a través de los años con operaciones, tratamientos y estilismos. Pero en “muchos sentidos”, se ha pasado un “pelín”.
Pero como el cine lleva a cabo milagros, en ciertas ocasiones, la comparación puede que tenga pase. Habrá que ver la película.
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