Uno de los últimos inventos para las largas bodas con música hasta el amanecer, es ofrecer a las invitadas un par de bailarinas plegables para que puedan aparcar a un lado sus tacones de 10 centímetros. Pero esto viene de la ya larga tradición femenina de cambiarse de calzado en mitad de la jornada sin perder el estilo.
Y es que se ha refinado la horrible tradición que las neoyorquinas impusieron en los años 80, cuando hacían los largos recorridos a la oficina con enormes zapatillas de deporte blancas que luego cambiaban por taconazos al llegar a su destino.
Desde hace unos 10 años son las zapatillas de ballet las que sacan de un apuro a las más ínclitas usuarias de tacones de altura. Ahora ya no choca un fin de fiesta en el que imperen las manoletinas flexibles, ni ver como las fashionistas cambian sus taconazos entre desfile y desfile en las semanas de la moda, por un par de lo que ahora se dice en inglés “smart flats”.
La tradición de llevar las bailarinas plegables en una bolsita la comenzó hace años “Porselli”, el proveedor de zapatillas de ballet más famoso de Italia, fundado en 1919 en Milán. Después llegaron desconocidas marcas de corte deportivo e incluso las Party N’Go, vendidas en farmacias por unos 12 euros.
La más cuidada propuesta viene de una marca española que ofrece preciosas bailarinas que no ocupan sitio al guardarse plegadas en el bolso. Se trata de “Oh..Lé!”, una elegante selección de manoletinas de gran calidad hechas a mano en piel, con una pequeña suela para fijar la pisada. Las “Oh..Lé” vienen en una bolsita pequeña de algodón pero incluyen otra más grande para meter los zapatos de tacón. Belleza y comodidad, finalmente unidas.
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