ABC
| Registro
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizABC
Blogs La capilla de San Álvaro por Luis Miranda

La puerta del tiempo

El reto de la pintura conmemorativa del Santo Sepulcro iba mucho más allá del simple cartel y el resultado de la obra de Fernando Vaquero ha sido el de una buena novela histórica

La puerta del tiempo
Pintura conmemorativa por el 450 aniversario de las primeras reglas del Santo Sepulcro de Córdoba, obra de Fernando Vaquero
Luis Miranda el

Hablaba una vez David Pinto de los esfuerzos de las cofradías del Calvario y de las Angustias por salir a la calle en los primeros años del siglo XX, cuando iban en ocasiones juntas y buscaban la independencia de la procesión oficial del Santo Entierro, y deslizaba un deseo imposible que todo el que haya estudiado la historia ha tenido: «Me gustaría ver por algún agujero cómo eran aquellos cofrades».
Aquellos cofrades que no salían en fotografías porque apenas había, que tenían que buscar el dinero que no tenían y sacar a gente de donde no hubiera. Tal vez no conocían toda la historia que tenían detrás sus hermandades ni se habían encontrado con un solo libro, pero sí debían de intuir que el peso que tenían en la ciudad iba mucho más allá de su generación y de la anterior.
Los viajes en el tiempo pueden dar para ficciones extraordinarias como ‘Regreso al futuro’ y ‘El Ministerio del Tiempo’, pero quien más quien menos habría querido no intervenir, conseguir que sus padres se enamoren o evitar la muerte precoz de Lope de Vega, sino asomarse y mirar como espíritus invisibles en aquel tiempo en que apenas se puede imaginar o reconstruir desde algunas pocas fotografías.
La cofradía del Santo Sepulcro y Fernando Vaquero han mirado mucho más atrás, hasta el momento en que nadie podía soñar con una máquina que captase para siempre lo que sucedía en un instante, y han tenido esa curiosidad del que mira los documentos antiguos y se pregunta por el detalle de aquello que lee. En este tiempo en que tantos piensan que las cofradías barrocas ya caminaban a base de izquierdazos y con marchas de cornetas y tambores, han abierto una ventana para mirar a aquellos hermanos que en tiempos difíciles, tan difíciles que acabaron en una noche larga de treinta años, intentaban conseguir la supervivencia de la devoción, los ritos y la esencia de una fiesta que quería pervivir en un mundo que había cambiado.
El reto iba mucho más allá del simple cartel y el resultado ha sido el de una buena novela histórica, que alguna hay, porque Fernando Vaquero ha puesto lo que está en los documentos y ha reconstruido lo que no se puede conocer con el alma más poderosa que tiene el artista en estos casos: la intuición para que resulte coherente, desde la postura de los cofrades que velan el momento en que bajan al Señor de la cruz hasta la reconstrucción de la perdida urna de Pedro Roldán. El resto es técnica y conocimiento en la luces, la composición, la perspectiva y la recreación hasta en el detalle del maravilloso cuadro de las Capuchinas de la Virgen de las Angustias, maestría para que además de veraz sea bello y atractivo. Quién tuviera una puerta del tiempo para entrar y mirar.

Liturgia de los días

Tags

Luis Miranda el

Entradas más recientes