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Blogs La capilla de San Álvaro por Luis Miranda

Prioste, por Joaquín de Velasco

Luis Mirandael

Que el paso de un crucificado nos asombre con su solemnidad severa, que un  palio conjugue con elegancia todos los elementos de su efímera y maravillosa arquitectura para formar un trono y una plegaria, que un altar de cultos sea una ofrenda conjuntada y majestuosa, que nos conduzca inequívocamente hacia la imagen, es función de un cofrade desconocido fuera del mundo de las hermandades, y a veces también dentro de ellas. El prioste.

El prioste es, o debería, un profundo conocedor de la historia de su cofradía. Tiene la misión, o debería, de mantener la línea estética que la ha caracterizado a lo largo de los tiempos, o, armado de valor y argumentos, corregir los desajustes que se hayan podido producir. Está familiarizado, o debería, con la liturgia católica y con el valor de los elementos simbólicos, y busca, o debería, su uso en aras de una catequesis clara en la que debe predominar lo fundamental. Aquel en cuyo honor se realizan los cultos o la estación de penitencia, que no es el propio prioste. O no debería.

El prioste es, o debería ser, un incansable trabajador que no persigue el reconocimiento. Que es capaz de cambiar lo necesario para que todo sea diferente y en el fondo, prácticamente igual que siempre. En un momento dado puede ser valiente, pero sabiendo serlo sin estridencias. Fundamentando esa valentía en sólidos pilares, y primando siempre los valores históricos, artísticos y devocionales de la imagen a la que sirve.  Cuando el prioste introduce una alteración sustancial en alguno de los elementos de su responsabilidad,  sobre todo cuando la memoria de generaciones y generaciones de hermanos y devotos nos muestran unos conceptos sólidos e inequívocos , y más aun cuando se trate de una imagen sagrada o su exorno, debe hacerlo siempre para enriquecer, para mejorar, nunca para empobrecer.

El prioste no necesariamente tiene que dominar  todas las tareas inherentes a una cofradía, pero sabrá rodearse de un equipo suficientemente competentemente y comprometido como para desarrollar su labor con toda solvencia. Por eso, cuando recientemente pudimos leer que determinado político, en pleno proceso de desesperada captación de votos, había tenido la extravagante ocurrencia de proponer una escuela de costaleros, uno piensa que realmente esa faceta de nuestra Semana Santa será muy populista, pero está suficientemente cubierta. Y lo que quizás hiciera más falta es una escuela de priostes. Sin necesidad de salir de esta ciudad, se me ocurre algún que otro posible profesor, que ya imparte, o ha impartido en otros momentos, clases magistrales y gratuitas de su saber. Y, también sin salir de esta ciudad, se me ocurren bastantes candidatos a alumnos, aunque alguno de ellos ostente en la actualidad el título oficial.

Cuaresmario Luis Mirandael

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