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Blogs La capilla de San Álvaro por Luis Miranda

Un gigante

Luis Miranda el

Duele. No abrasa el flagelo despiadado en la piel como en el Cristo de la Universidad, ni se viene encima el cielo como al oír los agudos extremos y enloquecidos de la marcha de Nicolás Barbero, ni dan ganas de apartar la mirada como en alguna película violenta y vacía. Pero duele mucho. Todo está en unos pocos centímetros, como si al hacerlo más grande el corazón del cristiano no pudiera soportar tanto y se desmayara, como aquel alma de San Juan de la Cruz -”apártalos, Amado, que voy de vuelo”- que se llenaba de un Dios que lo dejaba todo vestido de su hermosura.
Ni el cristal que protege ni la majestad de las imágenes que le rodean quitan protagonismo a la mirada entre la trascendencia y el perdón, a los ojos que aguantan y enseñan por qué no se doblan las rodillas y se despellejan con la piedra, a la espalda que se ofrece generosa como después se darán los hombros para la cruz y las manos para los clavos.

Pasó la crisis de la oración en el huerto, pasó la negación y la soledad y Jesús trasciende hacia el cielo todo el dolor de su redención. Encuentra al espectador que tantos siglos después va buscando arte y se marcha rozando lo sobrenatural, perseguido por una mirada clara y dulce, como si un millón de latigazos no pudieran dar ni un brillo de dureza a los ojos que sólo tienen Amor.

Hay toda una pasión contenida en el Cristo Atado a la Columna que hoy Córdoba tiene la fortuna de ver en la Diputación. Por la fuerza, el dramatismo y la ternura de Gregorio Fernández, aquel genio incontenible y sorprendente que viene a despertar a quien piense que Andalucía es el ombligo de la imaginería del mundo, 40 centímetros toman la dimensión de varios metros, y no habrá quien salga de la exposición que no haya podido prendarse para muchos días.
Entre tesoros de Juan de Mesa, Montañés, Duque Cornejo, Luisa Roldán y Risueño se puede ver a este Atado a la Columna en la exposición “Tesoros Marianos”, que organiza la Archicofradía del Carmen.

No estará hasta el final. Se marchará a Valladolid dentro de dos semanas. Quienes todavía no hayan estado frente a este gigante, que no dejen pasar ni un segundo. Si la Cuaresma es reflexión y penitencia contemplando la Pasión en el arte sublime y transfigurado, pocas tan plenas como ésta habrán vivido.

Cuaresmario
Luis Miranda el

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