Sergey Karjakin, el gran maestro más joven de la historia (consiguió el título a los 12 años y siete meses) será el rival de Magnus Carlsen en el duelo por el Campeonato del Mundo de Ajedrez que se celebrará en Nueva York del 11 al 30 de noviembre. A los 26 años, y después de varias alternativas en las últimas rondas, superó en la partida decisiva al italoamericano Fabiano Caruana (23), a quien solo le faltó un suspiro para cumplir el sueño americano. A falta de un héroe, puede que el público de Estados Unidos al menos haya encontrado un villano, aunque solo sea porque el admirado Carlsen se enfrentará a un ruso.
La última ronda fue muy emocionante, ya que el destino quiso que los dos aspirantes a ganar el Torneo de Candidatos se enfrentaran entre sí. Caruana condujo la partida hacia una posición muy compleja, después de que Karjakin, también valiente, aceptara entrar en la defensa siciliana y luego enrocara su rey el lado más largo y peligroso. El público y los comentaristas disfrutaron de la incertidumbre, que solo se mitigó un poco porque Anand nunca pareció capaz de ganar ante Svidler. Esto habría obligado a Karjakin (por el absurdo sistema de desempate) a luchar por la victoria y no por el empate, una diferencia notable. Caruana no se resignó y arriesgó hasta que se pasó de rosca. Karjakin, excelente defensor, jugó con precisión y ganó la partida y el torneo.
Pese a la gran igualdad (solo un jugador terminó por debajo del 50% de los puntos, algo que no recuerdo en ningún otro torneo) más lejos se quedó de cumplir el sueño Hikaru Nakamura. El otro estadounidense en liza perdió casi todas sus opciones en su desafortunado incidente ante Levon Aronian. Lo más curioso es que el jugador nacido en Osaka (Japón) no quería que ganara Caruana, su compatriota y compañero de selección. Cuestión de celos y de egos, que algunos tienen muy desarrollados. Estados Unidos tiene ahora un conjunto muy capaz de ganar la Olimpiada, pero cualquiera que haya jugado en equipo sabe que, incluso en un deporte tan individualista como el ajedrez, llevarse bien es fundamental.
El viejo Vishy Anand, en cambio, estuvo cerca de aguarles la fiesta a todos, a los 46 años, y de colarse en la que habría sido su tercera oportunidad frente a Carlsen. No se sabe si el noruego se habrá sentido aliviado o si ahora lamentará tener que prepararse ante un rival más joven y menos conocido como Karjakin. Al indio, en todo caso, hay que agradecerle su espíritu de lucha. Después de la ronda número 13, penúltima, de las 15 partidas que no habían terminado en tablas, él había participado en 7. Al final fue tercero, empatado a puntos con Caruana. Para quitarse el sombrero.
Menos vistosa fue la actuación del holandés Anish Giri, de 21 años, que terminó en tablas absolutamente todos sus duelos. Si no es un récord mundial, cerca le anda. Nadie pudo ganarle en catorce partidas, lo que tiene mérito, pero nunca estuvo cerca de la cabeza ni de intentar proclamarse candidato al título. Hacia el final del torneo empezó a arriesgar más, al menos, y su calidad es innegable. No conviene descartarlo para el futuro, cuando ajuste la ruedecita de la agresividad dentro de su privilegiada cabeza.
Del resto de jugadores, Topalov, otro gladiador, tuvo uno de los peores torneos de su vida y parece difícil que vuelva a luchar por el título, también con más de 40 años. Él mismo confirmó en la «rueda de prensa» posterior a su partida (en realidad los jugadores comentan las jugadas, pero los periodistas presentes no pueden hacer preguntas) que tiene asumido que su tiempo ya ha pasado. Peter Svidler, con 39, tampoco aprovechó uno de los últimos trenes que le quedan. Aronian, con 33, estaba en la edad perfecta, pero sigue en busca de una competitividad a la altura de su inmenso talento. Ojo, que lo mismo decían de Anand.
El duelo Carlsen-Karjakin, en todo caso, supone una sana renovación en lo más alto del ajedrez. El noruego sigue siendo favorito, pero todos esperamos que el ruso (ucraniano de nacimiento) plante batalla y, como mínimo, consiga exprimir todo lo que el campeón del mundo lleva dentro. Curarana tiene mejores resultados contra Carlsen, pero no hay que olvidar que Karjakin ya fue campeón del mundo de partidas rápidas en 2012 y campeón de la Copa del Mundo el año pasado.
Y creo que me hago eco de un clamor si pido que el ganador de un torneo así no se pueda decidir por sistemas de desempate cercanos al bingo. El método elegido puede parecer justo (al menos, se sabía desde el principio), pero creo que hay un factor que demuestra su falta de solidez. Si Anand hubiera ganado su partida, Caruana no habría tenido que arriesgar tanto porque el triple empate le favorecía y unas tablas le habrían bastado. Unas partidas más, a la velocidad que sea, entre los líderes que acaben con los mismos puntos sería muy emocionante y mucho más justo.
Ajedrez