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Riesgos para la seguridad de Asia

Riesgos para la seguridad de Asia
Jorge Cachinero el

NB: Una versión distinta de este artículo fue publicada anteriormente en El Economista.

El Economista, 2 de octubre de 2023, p. 27.

Los problemas que han surgido recientemente en la competición geopolítica mundial están afectando al continente asiático.

Todos éstos se derivan, principalmente, de la forma en la que Occidente está gestionando su relación con la Federación de Rusia en relación con la crisis de Ucrania y están teniendo un impacto indeseado sobre Asia y su seguridad.

El efecto de esta contienda global está teniendo una influencia decisiva sobre la política exterior de Rusia, ya que ésta ha dibujado un curso ambicioso para su nación como equilibrador del poder hegemónico mundial de Estados Unidos (EE. UU.) en retroceso.

Para ello, Rusia está virando el eje vertebrador de su diplomacia hacia el Este a toda velocidad en preparación de la construcción de lazos más estrechos con las principales potencias regionales asiáticas, tras haber reforzado su huella en África.

La combinación de las fortalezas y de las capacidades combinadas de los países del nuevo BRICS+, de China y de Rusia pueden ayudar a identificar nuevas oportunidades para hacer frente a los retos de seguridad de Asia, de África, de China y de Rusia, de tal forma que cualquier punto de ignición futuro en esas geografías pueda ser previsto y minimizado adecuadamente.

Durante las últimas décadas, los problemas de seguridad de Asia han sido abordados siguiendo las pautas de poderes globales externos a la región.

Así, en 1971, Australia, Malasia, Nueva Zelanda, el Reino Unido y Singapur cerraron acuerdos multilaterales de asistencia de defensa y militar, entre todos ellos, para hacer frente a ataques eventuales contra cualquiera de ellos.

De forma sucesiva, en 2008, se creó el agrupamiento de seguridad del QUAD -entre Australia, EE. UU., India y Japón- y, en 2021, se formó la asociación entre Australia, EE. UU. y el Reino Unido bajo el acrónimo AUKUS, que forman las iniciales, en inglés, de estos tres países.

 

Finalmente, desde el punto de vista de su seguridad, Asia se encuentra, en estos momentos, ante el agravamiento de la rivalidad entre EE. UU. y China, cuyos prolegómenos son la guerra a través de terceros que EE. UU. ha provocado contra Rusia en Ucrania.

La consecuencia inmediata de este proceso larvado durante años es que los presupuestos de defensa combinados de todos los países del continente asiático, que eran el 21% del agregado de todos los presupuestos de defensa de todos los países del mundo, en 2010, y el 28%, en 2020, serán el 30%, en 2030.

Aquellas políticas han traído la inseguridad actual en Asia.

Los escenarios de seguridad peores para Asia, en la actualidad, son tres.

En primer lugar, la rivalidad geopolítica entre EE. UU. y China está conduciendo a un aumento de la tensión y de la inestabilidad en aquel continente y, quién sabe, si al estallido de una conflagración que podría ser mundial, es decir, nuclear.

Asimismo, los ataques cíber entre naciones podrían provocar disrupciones fatales en las infraestructuras críticas de la zona y socavar la estabilidad regional.

Por último, el deseo de modernizar las Fuerzas Armadas por parte de todos aquellos países que ven aumentar los riesgos de seguridad en Asia conducirá a una carrera de armamentos, a un aumento de las tensiones militares y al incremento del estallido de enfrentamientos bélicos.

La expectativa de los analistas es que, desde 2023 hasta finales de la próxima década, la rivalidad geopolítica en Asia seguirá creciendo y el riesgo de una guerra entre China y EE. UU. podría materializarse en cualquier momento.

Asia se está transformando en un continente muy militarizado y polarizado, los intereses nacionales de los países asiáticos son cada vez más complejos y superpuestos unos a otros y las disputas territoriales en el Mar del Sur de China son el punto de ebullición que podrían desencadenar los conflictos, especialmente si Taiwán fuera ucranizada por EE. UU.

En paralelo, en el terreno de la economía, China continúa con sus interacciones masivas en Asia.

China sigue impulsando, por un lado, la llamada Iniciativa del Cinturón y de la Ruta (ICyR) –Belt and Road Initiative (BRI), en inglés- o “nueva ruta de la seda”.

De forma complementaria, Pekín apoya, por otro lado, la conocida como Cooperación Lancang-MekongLancang-Mekong Cooperation (LMC), en inglés-.

La LMC es una iniciativa de desarrollo económico que agrupa a China y a los países de la península de Indochina -Camboya, Laos, Myanmar, Tailandia y Vietnam-, por los que fluye uno de los ríos más importantes de Asia, que tiene 4.880 km. de longitud, cubre una superficie de 795.000 kilómetros cuadrados y alimenta a 326 millones de personas, al que se le denomina Lancang, en China, y Mekong, desde que cruza la frontera de Laos, en su curso inferior.

Rusia, por su parte, está desarrollando una asociación estratégica con China, a quien considera su aliado y su socio económico principal, dado que ambos países se reconocen en el interés compartido de hacer frente al orden global liderado por EE. UU.

Asimismo, para Rusia, Asia es una solución regional a su necesidad de diversificar su economía y su comercio, especialmente, a la vista de las sanciones occidentales y el intento, fracasado, de EE. UU. por aislarla internacionalmente.

En definitiva, el panorama de seguridad de Asia durante los próximos años estará protagonizado por un liderazgo chino-ruso que reforzará la cooperación y la estabilidad regionales, mientras que, de forma simultánea, la carrera de armamentos, en marcha en el continente, debilitará el concepto de la disuasión y socavará la confianza y la estabilidad.

 

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