“Reputación y generación de valor en el siglo XXI” (LIBRO) por Jorge Cachinero en libros.com
La política del gobierno cubano para atraer la inversión extranjera está claramente delineada en su Cartera de Oportunidades para el ejercicio 2016-17 y está sustentada sobre tres principios fundamentales irrenunciables.
En primer lugar, el gobierno de Cuba quiere favorecer la llegada de inversión extranjera que implique transferencia de tecnología hacia compañías cubanas, que favorezca los encadenamientos productivos y que se realice en zonas de menor desarrollo económico de la isla o que contribuya a elevar la eficiencia de la cadena productiva cubana.
Además, el gobierno de Cuba está priorizando las inversiones extranjeras que estén dirigidas a la producción agrícola y a la industria alimentaria, al turismo -incluido el de salud-, al desarrollo de fuentes de energía -especialmente, las renovables-, a la exploración y a la explotación de los hidrocarburos y de los recursos mineros y, por último, a la construcción o al mejoramiento de las infraestructuras industriales.
Finalmente, el gobierno cubano busca orientar la mayor parte posible de las futuras inversiones extranjeras hacia sectores de actividad con potencial para la exportación y poder reducir, así, el déficit de la balanza comercial del país.
En resumen, el gobierno espera que la llegada de inversión extranjera se oriente a la diversificación y a la ampliación de los mercados de exportación para sus productos y para sus servicios, al acceso a tecnologías de última generación, a la obtención de nuevas fuentes de financiación externa, a la identificación y a la creación de empleo, al aprendizaje de competencias y de habilidades directivas y a la vinculación de éstas con el desarrollo de encadenamientos productivos y al cambio de la matriz energética del país mediante el aprovechamiento de fuentes renovables de energía.
El terreno de juego está claramente marcado por las autoridades locales, que tienen en su cabeza un modelo de liberalización económica controlada por el poder político del partido comunista que, en paralelo, permanezca incuestionado, como ha sucedido, por ejemplo, en Vietnam.
Para ello, el gobierno de Cuba está ofreciendo determinadas garantías e incentivos a la llegada de esa inversión extranjera.
Por ejemplo, las inversiones extranjeras en Cuba gozan de plena protección y de seguridad por lo que no pueden ser expropiadas, salvo por motivos de utilidad pública o de interés social, de acuerdo con la Constitución del país, con los tratados internacionales suscritos por Cuba y con la legislación vigente y, siempre, con la debida indemnización por su valor comercial establecido de mutuo acuerdo entre las partes.
El estado cubano ha prometido, además, garantizar la libre transferencia al exterior -en moneda libremente convertible, sin pago de tributos o de otro gravamen- de los dividendos o de los beneficios que obtenga el inversor extranjero fruto de sus operaciones en la isla.
Complementariamente, el gobierno cubano protege las inversiones extranjeras contra reclamaciones de terceros que se ajusten a derecho o contra la aplicación extraterritorial de leyes de otros estados, conforme a las leyes cubanas y a lo que dispongan los tribunales cubanos.
Además, el inversor extranjero mantiene el derecho de venta o transmisión de sus activos al Estado, a sus socios locales o a un tercero, previa autorización gubernamental, los beneficios concedidos al inversor extranjero y a sus inversiones están garantizados por el estado cubano, que los garantiza y mantiene durante todo el período por el que éstos sean otorgados, y están en vigor regímenes tributarios especiales por los que se pueden aplicar exenciones fiscales a los impuestos sobre los beneficios de las sociedades, sobre la renta de las personas físicas de los socios de los proyectos o por la contratación de trabajadores locales, por citar algunas.
No hay que llamarse a engaño. Cuba es un país que presume de su socialismo y su economía está planificada y controlada por el Estado, por el gobierno y por el Partido Comunista y cuyo principal actor es la empresa estatal socialista.
Por ello, los procedimientos tienen una carga burocrática que ralentiza el desarrollo de las operaciones y los funcionarios involucrados en estos asuntos adolecen de experiencia y de conocimientos especializados para gestionar este tipo de procesos.
Por otra parte, la participación extranjera en Cuba tiene sus limitaciones: obsolescencia industrial y de infraestructuras, existencia de precios regulados y bajos salarios, restricciones en la operación, en la administración y en la comercialización de servicios de telecomunicaciones, de servicios de salud y de educación a la población o a las fuerzas armadas, o falta de libertad en la contratación de la fuerza de trabajo local.
Sin embargo, esta nueva etapa abre posibilidades para inversiones extranjeras de oportunidad, claramente señaladas -en cuanto al qué, con quién y por cuánto- por el propio gobierno a través de sus Carteras de Oportunidades, en un territorio pequeño, pero, con una ubicación estratégica en la región, y con un capital humano altamente cualificado.
Cuba es un mercado en el que las empresas extranjeras, especialmente, las españolas, podrán aprovechar las nuevas oportunidades abiertas, si abandonan la idea de que éstas se podrán ganar repartiendo folletos en ferias comerciales.
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