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¿Podrá Irán entenderse con el Talibán?

¿Podrá Irán entenderse con el Talibán?
Jorge Cachinero el

La substitución del gobierno de Afganistán por la llegada al poder del Talibán ha tenido muchas implicaciones para Teherán, aunque no todas, obvias.

La invasión por Estados Unidos (EE. UU.) de Afganistán, en 2001, y el desmantelamiento consiguiente, entonces, del gobierno talibán tuvo consecuencias políticas y económicas positivas para Irán.

Soldados estadounidenses registran una casa en el sudoeste de Afganistán, noviembre 2002.

Aquellas autoridades talibanas fueron, desde el punto de vista político, hostiles, de forma manifiesta, hacia Irán y hacia su régimen.

En lo económico, Irán aprovechó el derrocamiento posterior de los talibanes del poder para incrementar su influencia económica sobre Afganistán.

Así, en la segunda década del siglo XXI, Afganistán se había convertido en el quinto mercado más grande para las exportaciones de bienes iraníes, a dónde, en 2021, entraron el 7% de todas las exportaciones mundiales de Irán no relacionadas con el petróleo por un valor de $2,3 millardos.

En definitiva, Irán se benefició, política y económicamente, de la intervención estadounidense en Afganistán, a partir de 2001, a pesar de que aquella operación militar situó tropas de EE. UU. muy cerca de las fronteras de su país.

Tanto fue así que, en 2001, Irán llegó a facilitar Inteligencia a las Fuerzas Armadas de EE. UU. sobre las capacidades y el despliegue talibán en suelo afgano.

Estas son las razones que explican por qué el gobierno de Teherán se preocupó mucho cuando EE. UU. y el Talibán iniciaron las conversaciones del proceso de Doha, en 2018, ya que no quería que los talibanes volvieran a hacerse, de nuevo, con el control de Afganistán.

La respuesta del gobierno iraní al regreso del Talibán al poder, en 2021, ha sido presidida por una suerte de interlocución pragmática, sin que Teherán haya llegado al reconocimiento formal de la nueva situación.

Esta estrategia de Irán está significando, en la práctica, una combinación de una actitud que no es de confrontación, a la vez que se está ofreciendo a Afganistán la cooperación y la ayuda necesaria para hacer frente a la situación humanitaria que sufre este país.

Para sorpresa del gobierno de Teherán, el Talibán está tratando de reciprocar el comportamiento iraní, a pesar de que, en los años 90 del siglo pasado, Irán apoyó a la Alianza Nacional, contraria al régimen talibán, y de que ambos países estuvieron, por ello, a punto de declararse, en 1998, la guerra.

Bandera de la Alianza Nacional de Afganistán y su líder, Massoud (d).

Las razones de este posicionamiento iraní, que no sólo no quiere enfrentarse, sino que busca el entendimiento, con el Talibán, son dos.

Por un lado, la percepción de los riesgos potenciales que puedan provenir desde Afganistán es que la amenaza del Estado Islámico de la Provincia de Khorasan (EI-K) para Irán es superior a la del propio Talibán.

De hecho, la animosidad furiosa que el EI-K siente hacia el Talibán es beneficiosa para Irán, que ha encontrado en la colaboración con el gobierno afgano para hacer frente a este grupo terrorista islámico una vía de materializar su política de interlocución pragmática con Kabul.

Gran Khorasan.

Por otra parte, Afganistán le provee a Irán de profundidad estratégica en el Asia Occidental.

El foco de la política exterior y de seguridad de Irán ha estado puesto, de forma tradicional, en sus fronteras occidental y meridional para poder contener, así, a sus rivales históricos, Arabia Saudí, Israel o Iraq.

Irán no puede olvidar, en cualquier caso, que Afganistán es un patio trasero, a través del cual no desea que provengan problemas o amenazas desde Asia.

Esta política iraní hacia Afganistán no está exenta de dilemas o de contradicciones.

El acercamiento posibilista de Irán hacia el Talibán podría ayudar a su consolidación en el poder en Kabul, algo que no sería en interés de Teherán en el largo plazo, ya que un gobierno sunita fortalecido en Afganistán podría, con el paso del tiempo, convertirse en una amenaza para los iraníes.

Massoud, padre (d), Massoud, hijo (i), líder actual del Frente de Resistencia Nacional afgano.

La ausencia de apoyo que Irán está mostrando al principal grupo opositor afgano al Talibán, el Frente de Resistencia Nacional (FRN), podría volverse en contra de los intereses de Irán porque esta dejación podría ser una oportunidad para que, rivales de Irán en la región, como Turquía o como Pakistán, desempeñen un papel mayor del que a Irán le interesaría.

Por último, la interlocución iraní con el Talibán puede alienarle de aquellos grupos chiitas afganos, quienes, a través de los años, han sido cercanos al régimen de los ayatolás, pero a los que Teherán no daría la bienvenida, si quisieran establecer bases de operaciones contra el gobierno afgano desde suelo iraní.

Sin embargo, después de meses de esfuerzos por parte del gobierno iraní para buscar un entendimiento con el Talibán, éste, a través de vídeos distribuidos por internet, envió mensajes amenazantes, desde el punto de vista militar, a Teherán por su resistencia a reconocer oficialmente al nuevo gobierno instalado en Kabul.

Las advertencias han sido seguidas por los enfrentamientos en la frontera afgano-iraní, lo que ha provocado la muerte de dos soldados iraníes a manos del Talibán.

El éxito de la política iraní de interlocución pragmática está en entredicho.

 

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