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Gaza, una guerra limitada con derivadas múltiples

Gaza, una guerra limitada con derivadas múltiples
Jorge Cachinero el

El enfrentamiento entre Israel y Hamas en Gaza no ha precipitado, todavía, un conflicto regional.

No es tampoco una guerra con frentes múltiples, como fueron las de 1948 -declarada por una coalición de países árabes contra la independencia de Israel-, o la de 1973 -llamada de Yom Kippur, que tuvo dos escenarios de combate en los que Israel hizo frente, a la vez, a tres ejércitos-.

No obstante, el choque actual es poliédrico debido al despliegue que Irán ha realizado con éxito en el Oriente Próximo desde la década de los 80 del siglo pasado.

En aquellos años, Teherán comenzó a desarrollar una estrategia de guerra híbrida, con tentáculos múltiples -el llamado ‘Eje de la resistencia’-, sin que Irán haya perdido, por ello, su carácter de actor racional y que, en ningún caso, haya querido suicidarse.

‘Eje de la resistencia’.

La religión no es el engrudo que mantiene a este ‘Eje’ unido porque no todos sus miembros mantienen afinidad teológica con Irán.

Por una parte, Hezbollah y las milicias chiíes iraquíes están completamente alineadas con el régimen de Teherán.

Los fundadores de Hezbollah son clérigos chiíes adoctrinados en las madrazas de Najaf, en Iraq, una de las ciudades sagradas chiíes más importantes del mundo.

Ambas organizaciones se ven a sí mismas como parte integral del proyecto religioso y político de Irán, cumplen obedientemente sus funciones como intermediarios de éste, acatan sus órdenes y actúan conscientemente como agentes de proyección de la fuerza y de la influencia iraníes.

El movimiento de los hutíes, en cambio, pertenece a una rama del chiismo distinta a la de los que son fieles al régimen iraní –Hezbollah y las milicias iraquíes chiíes-, fue fundado independientemente de Irán y son conscientes de que son un socio menor del gobierno de Teherán.

La relación que mantiene Irán con los tres grupos anteriores es similar a la que mantendría un padre con su primogénito, leal y preferido –Hezbollah-, con el hijo al que no controla del todo -las milicias iraquíes- y con el hijo rebelde -los hutíes-.

Por último, tanto Hamas como la Yihad Islámica, presentes en Gaza, son suníes y su relación con Irán es más transaccional e instrumental.

En resumen, Irán ha creado, financiado, entrenado o armado a este frente de grupos terroristas, que actúan como apoderados suyos para la promoción de su agenda en el Oriente Próximo, sin exponerse y sin tener que combatir contra Israel directamente.

Por el momento, Israel ha extraído dos lecciones del enfrentamiento contra Hamas en Gaza.

Bombardeo de un avión de combate israelí sobre la Ciudad de Gaza, 7 de octubre de 2023.

El aprendizaje más pesimista es que Israel tendrá que confrontar en el futuro este tipo de guerras de retos militares multidimensionales.

Israel estará obligada a preparase de forma diferente a como lo ha hecho hasta ahora, a dedicar muchos más recursos a su seguridad nacional y a emprender misiones cuyos objetivos políticos serán más difíciles de alcanzar.

No obstante, la enseñanza esperanzadora para Israel de estos seis meses de conflicto es que todos estos grupos no han podido perturbar el desarrollo de la Operación Espadas de Acero de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) en Gaza.

Israel reaccionó al ataque de Hamas el mismo 7 de octubre de 2023, intervino en la Franja y todos los componentes del ‘Eje de la resistencia’ llevan seis meses siendo testigos de lo que les está sucediendo a los combatientes de Hamas y de la Yihad Islámica.

La cuestión sobre si Israel debiera lanzar ataques preventivos como opción para combatir a estos grupos terroristas está sin resolver.

El hecho es que la contención de los procesos de acumulación de fuerzas por parte de Hezbollah o de Hamas no ha funcionado hasta ahora.

Reactor nuclear de Osiraq, Iraq, tras el bombardeo israelí, 1981.

Este es un debate crítico para el Estado de Israel, que, hasta ahora, había reservado el uso de los ataques preventivos para hacer frente a riesgos militares potenciales de carácter no convencional, por ejemplo, nuclear, como hizo contra dos reactores nucleares, uno, en 1981, en Osiraq, Iraq, y otro, en 2018, en Al-Kibar, Siria.

El caso de las organizaciones terroristas es distinto, ya que, por su propia naturaleza, no pueden ser disuadidas porque están dispuestas a aceptar un castigo inmenso al ejecutar sus planes.

Los dos estados posibles de los grupos terroristas son existir o no existir.

 

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