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Blogs El blog de Jorge Cachinero por Jorge Cachinero

¿’Descolonizar’ y trocear Rusia?

Jorge Cachineroel

La Comisión de Seguridad y Cooperación en Europa, también llamada Comisión Helsinki –The Commission on Security and Cooperation in Europe o Helsinki Commission, en inglés-, del Congreso de Estados Unidos (EE. UU.) celebró, el 23 de junio de 2022, una sesión informativa virtual bajo el título llamativo de “Descolonizando Rusia. Un imperativo moral y estratégico” -“Decolonizing Russia. A Moral and Strategic Imperative”, en inglés-.

El acto se presentó como una oportunidad para exponer “al mundo entero el carácter viciosamente imperial de la Federación Rusa”, que se encuentra, actualmente, desarrollando una “guerra bárbara (…) contra Ucrania”, como antes había hecho “contra Siria, contra Libia, contra Georgia y contra Chechenia”.

Los organizadores escogieron esta reunión como la ocasión para poder ampliar la discusión “sobre el imperio interior de Rusia, dado el dominio de Moscú sobre muchas naciones autóctonas no rusas, y el grado brutal que el Kremlin ha tomado para suprimir su autoexpresión y autodeterminación nacional”.

En definitiva, los impulsores de esta iniciativa revelan que su objetivo es conseguir “el reconocimiento del imperialismo (…) de Rusia y la necesidad de ‘descolonizar’ Rusia para que se convierta en un actor viable en la seguridad y la estabilidad europeas, (ya que) (c)omo sucesora de la Unión Soviética, (Rusia) encubrió su programa colonial con una nomenclatura anti imperial y anticapitalista (y, por ello,) Rusia aún no ha atraído el escrutinio adecuado por sus consistentes y a menudo brutales tendencias imperiales”.

Entre los ponentes de esa sesión informativa se encontraba el autor Casey Michel, quien, el pasado 27 de mayo de 2022, publicó un artículo, con estos mismos argumentos, en la revista estadounidense The Atlantic, bajo un título impactante, “Decolonize Russia” -“Descolonizar Rusia”, en español-.

Debe recordarse, por dar un poco de contexto a este asunto, que la revista The Atlantic nació, en su formato original, como The Atlantic Monthly, en la ciudad de Boston, en 1857, y, desde entonces, ha cambiado de propietarios, de soportes, de contenidos y de frecuencias de publicación, en diversas ocasiones, hasta llegar al The Atlantic de hoy.

Asimismo, el consejo editorial de esta revista respaldó, en 2016, por tercera vez desde su fundación, a un candidato presidencial, en esa ocasión, a la candidata demócrata Hillary Clinton.

Tras aquellas elecciones de 2016, la revista se convirtió en una publicación muy crítica con las políticas del presidente Donald J. Trump.

La tesis que defienden miembros del Partido Demócrata estadounidense, como el congresista Steve Cohen, representante del Estado de Tennessee, en el Congreso de EE. UU., es que los rusos “han colonizado, en esencia, su propio país“, ya que Rusia “no es una nación en sentido estricto”.

Según Casey Michel, “descolonizar Rusia” no consiste únicamente en “dividir” y “desmembrar” la Federación Rusa, sino en un “auténtico compromiso con el antiimperialismo” (sic).

En el transcurso de la mencionada sesión informativa, los ponentes defendieron que EE. UU. debería prestar más apoyo -en un reconocimiento implícito de que éste ya se da- a los que denominaron como “movimientos separatistas dentro de Rusia y en la diáspora”, con mención específica a regiones de la Federación Rusa que podrían ser candidatas potenciales a dicha “descolonización”, como son las regiones rusas de Baskortostán, Chechenia, Chuvasia, Circasia, Daguestán, Kalmukia, Karelia, Komi, Sajá, Tartaristán o Udmurtia.

En esa reunión, se dedicó, también, un tiempo específico a la discusión sobre el futuro de Siberia, que, según lo que se dijo en la Comisión Helsinki, debería ser dividida en varias repúblicas.

Estas ideas recuerdan de forma siniestra a lo que EE. UU., la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y sus socios europeos hicieron con la República Federal de Yugoslavia hace 30 años.

Bombardeo de Belgrado por la OTAN, marzo de 1999

Las dos diferencias con respecto al caso de los Balcanes es que, en esta ocasión, la víctima potencial es la Federación Rusa, el país más grande y el que cuenta con el mayor número de cabezas nucleares del mundo, y que los victimarios no se escoden y hablan abiertamente de sus planes.

Estas ideas de partición de Rusia para hacerse con el control de sus recursos naturales abundantes, no sólo, los energéticos, sino, además, otras materias primas, especialmente, las tierras raras, los materiales preciosos, el grano o los cereales, que, especialmente, se localizan, precisamente, en esas regiones que estos complotistas quieren trocear y separar de Rusia -Siberia o el Ártico, por ejemplo- no son nuevas.

En 1997, Zbigniew Brzezinski, con orígenes polacos, asesor de seguridad nacional de EE. UU., entre 1977 y 1981, durante la presidencia del demócrata Jimmy Carter, publicó un artículo en la revista Foreign Affairs en el que proponía crear una “Rusia vagamente confederada, compuesta por una Rusia europea, una república siberiana y una república del Lejano Oriente“.

Zbigniew Brzezinski

Tras el desmantelamiento de la Unión Soviética, Dick Cheney, quien fue vicepresidente junto al presidente republicano George W. Bush, entre 2001 y 2009, pretendía, también, trocear Rusia y dividirla en varios Estados más pequeños.

Casey Michel se ha convertido, tras la publicación de su artículo, en The Atlantic, en mayo de 2022, en el mascarón de proa de la campaña que se está desarrollando en EE. UU. para que Biden y su equipo abracen el proyecto de “descolonizar” y de trocear Rusia.

Según Michel, la historia de Rusia es la de una expansión y de una colonización incesantes y Rusia es el último imperio europeo que se ha resistido a su necesaria descolonización.

Por lo tanto, de acuerdo con los argumentos de Michel, Occidente debe completar el proyecto que comenzó en 1991, al colapsar la Unión Soviética, y tratar de descolonizar completamente a Rusia.

En resumen, Michel reclama el derribo de lo que él define como el Imperio de Moscú porque, si no, el mundo no estará nunca a salvo.

No existe constancia de que ninguno de los participantes en aquella sesión informativa de la Comisión Helsinki, en el Congreso de EE. UU., ni tan siquiera, el propio Michel, hicieran mención del hecho de que la población rusa, aunque esté compuesta, principalmente, por rusos étnicos, siga contando con un 20% de otros grupos étnicos -basquirios, buriatos, kalmukos, tártaros, entre otros muchos- y de grupos con identidad regional propia -como son los cosacos-.

Rusa nivkh (i) y rusa dolgan (d)

Rusia ha mantenido intactas todas esas poblaciones, que, en la actualidad, están incorporadas al tejido social ruso -mientras mantienen sus estilos de vida, sus religiones y sus patrimonios culturales propios- y han convivido con la población rusa durante más de un milenio, es decir, cinco veces más, aproximadamente, que la antigüedad de EE. UU. como nación.

En aquella reunión de la Comisión Helsinki no hubo, tampoco, referencias al proceso de conquista del territorio de EE. UU., ni el destino de los pueblos nativos que allí habitaban.

La franqueza de Michel, de The Atlantic y del congresista Steve Cohen sobre sus aspiraciones para la política exterior estadounidense con respecto a Rusia y a sus recursos naturales es de agradecer porque ayuda a comprender mejor la guerra, a través de terceros –proxy war, en inglés-, que EE. UU. ha iniciado contra Rusia en Ucrania y a la que ha arrastrado a la OTAN y a la Unión Europea (UE).

 

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