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Blogs El blog de Jorge Cachinero por Jorge Cachinero

De la guerra, según Irán

Jorge Cachineroel

NB: Este artículo fue publicado anteriormente en El Economista.

El Economista, 14 de octubre de 2024, p. 31.

Irán es un país con una visión radical del mundo, pero con una aproximación realista a la formulación de su política exterior.

Irán siempre elegirá proteger su régimen, incluso si por ello tiene que entrar en contradicción con sus postulados ideológicos, cuando llegue el momento de escoger entre su ideario y las realidades de los problemas concretos y prácticos sobre los que tenga que decidir.

Khameini (d), Pezeshkian (i), Teherán, Irán, 12 de julio de 2024.

El régimen de Teherán es extremista, pero siempre está abierto a ser disuadido o a ser influenciado, si en ello está en juego su continuidad.

Dos son los objetivos estratégicos de Irán.

El primero es garantizar y asegurar su supervivencia futura.

Asimismo, la misión de Irán es mantener cualquier conflicto bélico alejado de sus fronteras y, para ello, apuesta por las guerras a través de apoderados.

La canalización de dinero y de armas desde Teherán hacia sus apoderados en el Oriente Próximo ha funcionado bien para el régimen iraní porque ha conseguido disuadir hasta ahora a Israel y a Estados Unidos (EE. UU.) de atacarle.

Las guerras a través de apoderados son la solución perfecta para los retos estratégicos de Irán ya que éstas suceden cerca de las fronteras de Israel y no, de las suyas.

El círculo de fuego que los apoderados de Irán –Hamás en Gaza, Hizbolá en el Líbano, hutíes en Yemen y milicias chiitas en Iraq- han creado en torno al Estado de Israel evitan que éste le ataque directamente, mantiene la amenaza sobre él y Teherán no paga ningún precio por ello.

Este modelo de guerra a través de apoderados sirve el propósito de Irán de proyectar su influencia política en la zona, ya que no sólo le permite infiltrar las estructuras militares de naciones como el Líbano o Siria, sino, además, las de sus regímenes políticos.

Nadie se sorprendió cuando el embajador de la República de Irán en Beirut, Mojtaba Amani, fue herido por la explosión de su buscador electrónico el 17 de septiembre de 2024, día en que lo hicieron otros cientos de éstos en manos de los líderes de Hizbolá en el Líbano.

Embajador de Irán en Beirut, Líbano, Mojtaba Amani.

Irán quiere que sus apoderados sean fuertes militarmente y tengan ascendiente político.

Las milicias chiíes de Iraq amenazan constantemente a su gobierno para que no ataque a Irán, como hizo su presidente Saddam Hussein en los años 80 del siglo pasado.

Las capacidades cíber que Irán desarrolló durante la primera década de este siglo y las operaciones psicológicas dirigidas a la población israelí son parte del arsenal iraní para acometer sus objetivos estratégicos y militares.

Irán persigue debilitar la voluntad de resistencia de la ciudadanía y fomentar su oposición a la guerra en Gaza con estas operaciones dirigidas a la opinión pública de Israel.

La joya de la corona de las competencias militares iraníes es su programa nuclear.

Irán está cerca de producir material fisionable que le permitiría fabricar una bomba nuclear, aunque todavía carece de la pericia para saber utilizar dicho material para conseguirla.

El programa nuclear iraní es preocupante porque es de desarrollo propio, ya que el conocimiento está residenciado en Irán, aunque, en sus inicios, tuviera orígenes pakistaníes.

Este concepto estratégico iraní se vio sorprendido por el ataque del grupo terrorista Hamás contra el sur y el centro de Israel el pasado 7 de octubre de 2023.

El liderazgo iraní tomó dos decisiones en aquel momento.

Teherán debía salvar a Hamás de su extinción a manos de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), ya que es un elemento importante de su “eje de la resistencia”.

No obstante, Irán optó por no intervenir en Gaza, aunque haya seguido ayudando a sus apoderados en la Franja, y por mantenerse a distancia para no provocar la intervención de EE. UU. en defensa de Israel, que pondría la supervivencia del régimen iraní en peligro.

Irán está siendo testigo del éxito de Israel contra Hamás, que ha desmembrado 23 de sus 24 brigadas de modo que la organización terrorista dejó de ser una fuerza militar organizada.

El elemento más retador para Israel de todo este despliegue de Irán es Hizbolá.

La asunción de Jerusalén era que una guerra entre ellos implicaría a Irán porque Teherán debe preservar la herramienta más poderosa que posee para evitar un ataque de Israel.

Aun así, Israel está aniquilando la estructura de poder de Hizbolá, incluyendo al jefe, Nasrallah, a su primo y sucesor, Safieddine, ocho días después, y al substituto de éste, tres días más tarde, y está degradando su disposición militar al sur del río Litani.

Líderes de Hezbollah eliminados por las FDI.

Las represalias de Teherán por la destrucción del liderazgo de Hizbolá, por la aniquilación de Haniyeh, líder de Hamás, en Teherán, cuando asistía a la proclamación de Pezeshkian, nuevo presidente de Irán, y por la eliminación de jefes del Cuerpo de Guardias Revolucionarios Islámicos en el consulado de Irán en Damasco han sido, hasta ahora, anunciadas y simbólicas.

Las amenazas más grandes para Irán a esta forma de hacer la guerra serían dos.

En lo militar, un ataque combinado de Israel y de EE. UU. sería devastador para Teherán.

Si Irán reaccionara ante el castigo israelí inminente, en contestación al de aquél de hace dos semanas, podría desencadenar este escenario tan temido por el gobierno iraní.

En lo político, la materialización de un acuerdo de normalización entre Israel y Arabia Saudí y la capacidad de aquél de mantener a su alrededor la coalición de países árabes moderados que le ayudó a derrotar el ataque de Irán de abril aislaría al régimen iraní.

Bin Salman (i), Netanyahu (d).

De ahí el empeño de Irán en paralizar la extensión del modelo de los Acuerdos Abraham, que estaba cerca de reeditarse entre Jerusalén y Riad cuando Hamás lanzó su ataque contra Israel.

 

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