ABC
| Registro
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizABC
Blogs El blog de Jorge Cachinero por Jorge Cachinero

¿Cambiará la política exterior y la política de defensa de Alemania?

¿Cambiará la política exterior y la política de defensa de Alemania?
Jorge Cachinero el

Las elecciones federales en Alemania, celebradas en septiembre, fueron, simultáneamente, distintas y similares a las anteriores en muchas formas y maneras.

Para empezar, la campaña electoral que las precedió fue diferente a lo que había sido la tradición de este tipo de manifestaciones políticas, en la República Federal de Alemania, durante las últimas décadas.

El debate de las semanas previas al 26 de septiembre de 2021 no giró en torno a los asuntos prioritarios de la agenda nacional, ni, tan siquiera, en torno a los programas de los partidos políticos contendientes.

La campaña se centró, fundamentalmente, en los candidatos, en sus personas y en sus personalidades.

Fue un período de tiempo feroz por el uso que se hizo de cualquier información o de cualquier alegación, que, en manos de los rivales, sirvió para arrojar barro sobre sus contrarios.

Por citar un ejemplo de esa ausencia de discusión sobre los problemas sociales, los retos complejos que acompañan a la inmigración y a la integración de la población islámica en la sociedad alemana no fueron discutidos por ninguno de los candidatos.

Todo lo contrario, en comparación, de lo que está sucediendo en Francia, a medida que se acerca la fecha -10 de abril de 2022- de sus elecciones presidenciales próximas.

La conversación en Francia sobre el riesgo de una “guerra civil” inminente se convirtió, en mayo de este año, en el centro del debate político, al publicarse, en la revista Valeurs Actuelles, una carta de veinte generales retirados, que fue seguida por otra, de miles de militares franceses, en este segundo caso, en activo, a través de las cuales los uniformados firmantes de ambas acusaban al presidente Emmanuel Macron de haber fracasado a la hora de hacer frente al extremismo islámico en suelo francés.

Desde entonces, el presidente Macron ha reforzado su posicionamiento y los de su gobierno y del Estado francés frente al yihadismo, a la vez que el ensayista, periodista e historiador francés, judío, de origen argelino, Eric Zémmour, autor, entre otros libros, de Le suicide français, se ha convertido en un auténtico fenómeno social en Francia.

Eric Zémmour

Por lo que indican las encuestas, Zémmour sería un candidato presidencial, sin pertenecer a ningún partido y sin haber manifestado su intención de concurrir en esas elecciones, con apoyo electoral suficiente como para superar la primera ronda de las elecciones del año próximo y, gracias a ello, para poder disputar la presidencia de la República en la segunda.

En Alemania, por su parte, el resultado electoral muy ajustado entre el partido socialdemócrata (SPD) y los partidos conservadores (CDU/CSU o Union) podría llevar al gobierno al partido ecologista (Grüne), por segunda vez, desde que Gerard Schroeder fuera Canciller, entre 1998 y 2005, y forzar la creación de un gobierno de coalición de tres partidos, por primera vez, desde 1957.

La migración importante de los votantes de la CDU hacia otras listas, razón de la encrucijada en la que se encuentra Alemania, en estos momentos, junto con la subida de los votos del Grüne, se ha producido por el efecto combinado de la percepción de los alemanes de cómo su gobierno y algunos miembros de este, específicamente, han gestionado los efectos sanitarios y económicos de la pandemia y de la falta de aprecio hacia el candidato presentado por la CDU, Armin Laschet, considerado como débil y sin carisma, después de un proceso áspero de selección dentro del partido.

A pesar del escaso debate electoral durante las elecciones federales alemanas, es seguro asumir, en cualquier caso, que no habrá grandes cambios en la política exterior y en la política de defensa de Alemania.

Así será, independientemente de que el gobierno que pueda componerse, al final, fuese el de la llamada, popularmente, coalición semáforo -por los colores rojo, amarillo y verde, que representan, respectivamente, al SPD, al partido liberal (FDP) y al Grüne, que se encuentran, en estos momentos, negociando un acuerdo de gobierno- o fuera el de la denominada coalición Jamaica -por los colores negro, amarillo y verde, es decir, los distintivos, respectivamente, de la unión CDU/CSU, del FDP y del Grüne-.

Por mucho que el Grüne, declaradamente pacifista, vaya a ser parte de la coalición de gobierno de Alemania, dentro de cualquiera de las dos combinaciones anteriores -aunque no debería descartarse, completamente, una repetición de la gran coalición entre el SPD y la CDU/CSU, que excluiría a aquellos, dependiendo de cómo se desarrollen las negociaciones para las dos soluciones más obvias-, ninguna de dichas coaliciones hará cambios en la política exterior y en la política de defensa de Alemania, por lo menos, en el corto plazo.

Así, Alemania mantendrá su compromiso con el refuerzo de la Unión Europea (UE) y con la estrecha colaboración con Francia, a tal fin.

Lo que sí es probable es que la capacidad del nuevo gobierno alemán de influir en el proceso de elaboración de la Brújula Estratégica Strategic Compass, en inglés- de la UE sea limitada, ya que el primer borrador de esta debe entregarse, entre los meses de noviembre y de diciembre de 2021, cuando, todavía, podría no estar constituido el nuevo gobierno alemán.

Este proceso busca refinar la Estrategia Global de la UE, de junio de 2016, y su Plan de Ejecución, de finales de 2016, así como orientar la Política Común de Seguridad y Defensa y las culturas estratégicas de los 27 Estados miembros de la UE y debe producir un documento final, que se presentará al Consejo Europeo en 2022.

Lo que es indudable es que los zapatos de la canciller Angela Merkel -conocida, también, como Mama Europa-, todavía, en funciones, son muy grandes para ser calzados por su sustituto, especialmente, en lo que se refiere al liderazgo que ella, en nombre de Alemania, ha desempeñado dentro de la UE y, en su nombre, fuera de ésta, en todo el mundo.

Angela Merkel, aka Mama Europa

En cuanto a su relación con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Alemania no buscará grandes cambios, aunque le será difícil cumplir con los compromisos mínimos, establecidos en el seno de la OTAN, sobre el gasto presupuestario dedicado a la defensa -2% del Producto Interior Bruto (PIB) de cada nación-, ya que Alemania está destinando a esta, en el ejercicio presupuestario de 2021, el 1,57% de su PIB.

Además, con los ecologistas, que se consideran a sí mismos como el partido de la paz, formando parte de un posible gobierno de coalición, Alemania tendrá la presión adicional de reorientar su gasto hacia partidas sociales, más que a las de defensa, para hacer frente a los efectos sanitarios y económicos de la COVID19.

La OTAN debe aprobar su Nuevo Concepto EstratégicoNew Strategic Concept, en inglés- en el verano de 2022 y el nuevo gobierno alemán podría no apoyarlo, al menos, en su totalidad, aunque, tampoco, exigirá que se le hagan grandes cambios.

De forma complementaria a lo anterior, la relación entre Alemania y Estados Unidos (EE. UU.) tampoco se modificará sustancialmente, lidere quien lidere la coalición del nuevo gobierno alemán, a pesar, incluso, de que el Grüne forme parte de este, porque los cuatro grandes partidos alemanes ven a EE. UU. como un aliado natural de Alemania.

En relación con las otras dos grandes potencias mundiales, China y Rusia, los ecologistas declararon, durante la campaña, que querían endurecer la actitud del nuevo gobierno alemán hacia los regímenes autoritarios y fiscalizar más severamente su comportamiento en el terreno de los derechos humanos.

Xi Jinping (i), Angela Merkel (c), Vladimir Putin (d)

Sin embargo, a pesar del lenguaje duro utilizado por el Grüne -también, por el SPD- durante los mítines electorales, la cooperación económica de Alemania con Rusia y con China continuará porque lo que estos partidos declararon durante la campaña fue una cosa y lo que harán, cuando lleguen, si lo consiguen, al final, al gobierno de la nación, será otra, bien distinta.

Lo que queda por delante, hasta la formación de un gobierno, puede durar, a la vista de la experiencia histórica, entre 30 y 270 días, siendo este último plazo el correspondiente al período más largo que ha tomado, en la historia de la República Federal de Alemania, hasta el momento, la conclusión, con éxito, de una negociación para llegar a un acuerdo de concertación gubernamental.

En Alemania, la transacción que implica un pacto de coalición se toma en serio por los participantes en el intercambio, lleva tiempo para poder cerrarse y es exhaustiva y detallada.

De hecho, el documento programático del gobierno de alianza, entre la CDU y el SPD, actualmente, en funciones, constaba de 170 páginas.

Nadie debería sorprenderse, por ello, si, en 2021, el discurso de fin de año del Canciller alemán a la nación lo pronuncia, todavía, Angela Merkel.

De estas elecciones, ha salido muy reforzada la relación entre los ecologistas y el FDP, aunque los liberales ya han convencido a sus futuros socios de que la responsabilidad crítica de los asuntos económicos será suya, en cualquiera de las combinaciones posibles de las que sean partícipes ambos partidos.

Las dos cuestiones por dilucidar hasta la firma de un acuerdo son, por un lado, cuánto espacio estarán preparados los socios mayores, SPD o CDU, respectivamente, en cualquiera de las soluciones más probables, bien la coalición semáforo o bien la coalición Jamaica, a ceder al Grüne y al FDP y, por otro lado -este podría ser el cisne negro de las elecciones alemanas-, si acabará cayendo sobre los hombros del líder del SPD, Olaf Scholz, la responsabilidad legal o, cuando menos, la responsabilidad política por el escándalo financiero y de corrupción que está destapándose, en estos momentos, en la región de Hamburgo, que Scholz presidía.

Olaf Scholz

Por lo pronto, la CDU hizo un movimiento de gambito de Laschet, en favor de sus opciones como socio principal de una coalición Jamaica.

Al haberse retirado Armin Laschet de la competencia por ser el nuevo canciller de Alemania, la CDU parece haber hecho un ofrecimiento valiente al FDP y al Grüne para encontrar una solución pactada, que sería mejor para Alemania que una con el SPD, a pesar de que este fue, indudablemente, el partido ganador de las elecciones, aunque, ciertamente, con un margen de diferencia muy estrecho con respecto a los conservadores.

A la espera de la formación del gobierno, el dinero, es decir, las asignaciones presupuestarias, en definitiva, será el único elemento que pueda provocar cambios, aunque serían meramente marginales, en cualquier eventualidad, en la política exterior y en la política de defensa del nuevo gobierno alemán.

Las políticas de la izquierda suelen ser costosas y las dos anteriores, la política exterior y la política de defensa, suelen ser las víctimas propiciatorias de esas redistribuciones de recursos tan queridas por los ecologistas y por el SPD, aunque, con ello, sufra la capacidad de disuasión de Alemania en la escena internacional.

Quedará por comprobar la reacción y el posible grado de desafección de la sociedad alemana, una vez que concluya el proceso de construcción de un gobierno de coalición, que será bien complejo, hacia la solución que se acabe tejiendo.

 

EconomíaMundoOtros temasUnión EuropeaYihadismo

Tags

Jorge Cachinero el

Entradas más recientes