Ha sido revelador ver el tratamiento espontáneo que la prensa ha dado al crimen (uxoricidio) del periodista barcelonés. “Hombre y mujer son hallados muertos a tiros”, “Periodista contracorriente”, etc. Eso contrasta mucho con el directo “terrorista de género” que empieza a verse para ese tipo de crímenes. Del “crimen pasional” al “terrorismo de género” ha habido una evolución grande que se daba por realizada en el periodista -mucho más si es de “sensibilidad” nacionalista o progresista o incluso de sensibilidad foral-.
El caso es que así de primeras cuesta aplicarlo, no tanto por corporativismo -el encanallamiento profesional es genético-, sino por algo así como una concepción del mundo según la cual un periodista no puede hacer según qué cosas.
O dicho de otra forma: que educación y conciencia político-social nos protegen de ciertos comportamientos.
Esto del machismo me recuerda a una cosa leída hace poco. Es la mejor estampa que he visto del ancestral machismo ibérico y terrible. Delata algo muy profundo. Corresponde a los Cuadernos del Duero, del escritor Julio Llamazares. El autor va de pueblo en pueblo, para en un establecimiento y capta al vuelo esta escena inmemorial (y que podría definirse como Hombre Ibérico reacciona a un telefilm de Antena3):
“Mientras comemos cuatro hombres juegan a la baraja. De vez en cuando, se vuelven para mirar la película de la televisión , que aborda de manera difusa un asunto de adulterio. -¡Mátala, hombre, mátala! ¡A mí iba a hacerme eso la mujer!-grita uno de los cuatros”.
actualidad