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Blogs Salsa de chiles por Carlos Maribona

Un paseo por Viena (2): algunas pistas

Carlos Maribonael

Les decía en el post anterior, dedicado principalmente a ese gran restaurante que es Steirereck, que en Viena hay un buen nivel en general en todos los sitios que he visitado, servicio muy amable pese a la fama de estirados de los vieneses, y precios entre altos y muy altos en todos los sitios. No es barata la capital austriaca, pero se come bien y se disfruta mucho. Les dejo en esta entrada algunas pistas de esa ciudad por si tienen previsto visitarla.

PLACHUTTAS ÓPERA. Hay cuatro restaurantes de la familia Plachutta en Viena. Este, cuyo nombre completo es Plachuttas Gasthaus zur Oper, está muy céntrico, a un paso de la Ópera de Viena. Cocina muy tradicional cuya gran especialidad es el tafelspitz, una carne de vacuno hervida en un caldo de verduras muy popular en Austria. Dicen que el de esta casa es la mejor de la ciudad. A pesar de situación y de su decoración tradicional, es el público local el que abarrota el restaurante, pese a su gran tamaño, especialmente los fines de semana, doblando continuamente mesas. El schnitzel (escalope vienés) el otro gran plato popular de Viena es el mejor que he tomado. Francamente bueno. De su carta probamos también un sabroso tartar de arenques, una terrina de hígado casera y un risotto de calabaza. Todo a muy buen nivel. Pagamos 76 euros por dos personas, incluidas cuatro cervezas y sin ninguno de los aparatosos postres con los que disfrutaban las mesas vecinas (cómo les gusta el dulce a los austríacos). Un sitio muy recomendable para comer en plan tradicional.

GRIECHENBEISL. Un restaurante histórico, con decoración muy tradicional (foto que encabeza el post), no muy lejos de la catedral. Tiene horario ininterrumpido desde las 11 de la mañana hasta la medianoche por lo que se puede comer a cualquier hora. Perfecto para sábados y domingos, días en los que cierran muchos restaurantes de Viena. Aquí hay más turistas, pero no se come nada mal. Platos tradicionales como las sopas de patata (con bien de mantequilla) o la de goulasch, que nos gustaron mucho. También buen ragú de ciervo (al que le sobraban unas croquetas de castaña pesadísimas) y el popular tafelspitz. Con cuatro cervezas pagamos 88 euros. Dirección a tener en cuenta.

Ragú de ciervo, Griechenbeisl

KAFFEE ALT WIEN. Ante la imposibilidad de comer un sábado en el popularísimo Filgmuller, el rey del schnitzel, con largas colas en la puerta que recordaban a las de Streetxo, nos refugiamos en este café casi vecino, de ambiente muy bohemio (en la zona del bar se puede fumar, como en tantos otros sitios de la ciudad) y agradable. Obviamente los escalopes, siempre con la inevitable ensalada de patata, son más flojitos que los de Filgmuller, pero sin embargo nos sorprendieron con un goulasch francamente bueno, que compensó. Con dos jarras de cerveza de medio litro (una medida muy habitual en Viena), pagamos 28 euros en total.

Goulasch, Kaffee Alt Wien

DSTRIKT. En el hotel Ritz Carlton, uno de los mejores de la ciudad. Buena opción para comer o cenar en cualquier momento, pero especialmente para un domingo por la noche. Es un restaurante especializado en carnes. Un espacio bonito, moderno y divertido, bien atendido y con muchos detalles, incluida una completa carta de vinos, bastante cara, en la que no falta presencia española, incluido Vega Sicilia. Muy buen pan, Todo gira en torno a la carne, de procedencia austríaca, con diferentes cortes muy bien explicados en una carta útil y didáctica a la vez. Se puede elegir entre varios puntos para la carne, que se respetan con precisión suiza (bueno, austríaca), y hay además una amplia opción de salsas y guarniciones. Increíble el momento en el que el camarero se presenta con una caja con una docena de diferentes cuchillos de excelentes marcas para que el cliente elija el que más le gusta para su corte de carne.

Lengua ahumada, Dstrikt

Muy buena la lengua de buey ahumada, con crema de rábano picante. Al steak tartar le faltaba un punto de alegría en el aliño, aunque la carne era excelente. Y estupendo, en el punto exacto solicitado, un rib eye de carne sabrosa. Con una botella de un correcto tinto austríaco, Puckl (cabernet y merlot), y un negroni (muy bien hecho, por cierto) y una cerveza de aperitivo, 138 euros dos personas. Un precio bastante razonable. Ha sido la sorpresa del viaje. Un restaurante a tener muy en cuenta.

Detalle de la carta de Dstrikt

NENI. La otra sorpresa del viaje, aunque en este caso íbamos avisados por una buena amiga que había estado unos días antes. Está situado en ese interesante mercado de alimentación al aire libre que se llama Naschmarkt, en el que se alternan puestos de comida (alguna muy buena quesería, muchas variantes, especias, frutas…) con pequeños restaurantes y espacios para comer. Uno de ellos es este Neni, que está muy de moda entre los vieneses. De hecho estaba completamente lleno, tanto en la planta baja como el angosto comedor que tienen, abuhardillado, en la planta superior, y el espacio con que cuentan en un local posterior. La ventaja al mediodía es que hay una rápida rotación de las mesas ya que los locales apenas comen un plato.

Humus variados, Neni

Espacio de máxima informalidad, con mesas pequeñas e incómodas, bien apiñadas. Al parecer los propietarios son israelíes. Deben serlo porque ofrecen una cocina de Oriente próximo, pero divertida y muy bien resuelta. Según lo que vi en una tarjeta, tienen otros dos restaurantes, uno en Berlín y otro en Zurich. Probamos primero, para compartir, un surtido de hummus (uno tradicional, otro de remolacha y un tercero muy picante), acompañado de pan de pita. Y luego, albóndigas de cordero con salsa de tomate y un kebab. Platos aligerados y actualizados, muy ricos. Y a muy buen precio para lo que se estila en Viena. Esas tres cosas, y dos vasos de medio litro de cerveza, 38 euros. Me ha gustado mucho. Un sitio que deben conocer.

Albóndigas de cordero, Neni

LOS CAFÉS. Forman parte imprescindible de la vida de la ciudad. Y de su gastronomía. No se puede pasar por Viena sin visitar varios de estos cafés, muchos de ellos con una larga historia a cuestas. Y con tartas que son una auténtica tentación. Tuve tiempo de visitar cinco de los más conocidos. En el DEMEL, la mejor tarta sacher. En el IMPERIAL, un apfelstrudel (tarta de manzana) de verdadero lujo. Lujo también en las instalaciones y en el servicio, el mejor y más elegante de todos, y por supuesto en el precio: dos raciones de tarta (la otra, una Imperial, de chocolate), un té y un café, 21 euros. Casi el doble que lo mismo en el Central. Pero vale la pena. En el célebre SACHER está buena la tarta a la que ha dado nombre, pero por debajo de la del Demel, pero la apfelstrudel es muy flojita, el espacio agobiante, el servicio acelerado y sólo hay turistas. En el café CENTRAL, la tarta de queso nada en una salsa de vainilla tremenda, pero la apfelstrudel no está nada mal. Por último, otro café histórico, el Schwarzenberg. Aquí no fuimos a comer tartas sino a hacer una cena ligera y un tanto decepcionante: flojísima ensalada de pollo (unas hojas de varias lechugas sin apenas aliño con trozos de pollo empanado encima) y correctas unas salchichas con rábano picante. Con dos cervezas, 27 euros.

Apfelstrudel, Café Imperial

UNA TIENDA. Me llamó mucho la atención una tienda de vinos de la calle Singer llamada GRAMS. Está especializada en vinos raros y antiguos, que sugieren como regalo personalizado. Por ejemplo vi en el escaparate muchos vinos del año 55 (riesling principalmente) para regalar a los que este año cumplen 60. Estuve tentado de buscar alguno de mi año, pero el problema de la facturación en los aviones me disuadió. Oportos, armañacs y otros vinos difíciles de encontrar. Echen un vistazo a su web.

Escaparate de Grams

P. D. Recuerden que estamos en Twitter: @salsadechiles

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Carlos Maribonael

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