Dicen en Coín que están a veinte minutos de todos los sitios. De Málaga capital, de Fuengirola o de Marbella. Creo que es un poco exagerado porque las carreteras que la unen, especialmente con las dos últimas ciudades, son bastante tortuosas. Pero es cierto que las distancias son cortas. En cualquier caso, vale la pena acercarse a la capital del Valle del Guadalhorce para visitar algunas de las huertas que allí se ubican, huertas en las que se cultivan productos de alta calidad. En esta época veraniega, sobre todo, melones y sandías excepcionales y magníficos tomates de distintas variedades, entre ellos el huevo de toro, la joya de la corona. Y una vez visitadas las huertas, una comida o cena en el mejor restaurante de la localidad, CASA PACO.
Abierto en 1976 como un modesto mesón, los hermanos Ruiz, Francisco en la cocina y Antonio en la sala, han convertido esta casa que fundaron sus padres en el referente gastronómico de la comarca. Siempre con el producto y el recetario del Valle del Guadalhorce como protagonistas de una cocina que han sabido poner al día. En Casa Paco hay tres espacios bien diferenciados. Una buena barra de tapeo, una amplísima terraza, y un coqueto y remozado comedor.
Aprovechando mi viaje para participar en un coloquio sobre el huevo de toro con Pepa Muñoz y Miguel Ángel Herrera, ceno allí con Manolo Tornay, presidente de la Academia Gastronómica de Málaga, y con Sebastián Hevilla, gerente del Grupo de Desarrollo Rural del Valle del Guadalhorce y uno de los principales productores de la zona. Además de comer francamente bien, la cena fue para mi toda una “master class” sobre los productos del Valle. Una clase que tuvo su continuación práctica al día siguiente visitando una de las fincas de la familia Hevilla.
Ya con las cervezas que tomamos en la barra llegó el primer producto local. Esas estupendas aceitunas aloreñas, que son autóctonas de la zona y que tienen su propia DOP. Podría estar comiéndolas sin parar. El pan que ofrecen es de una panadería de Coín, amasado a mano, y el aceite, de Monda, de la vecina Sierra de las Nieves. Empezamos con las sopas frías. Dentro del buen nivel general, me parecieron lo mejor de la noche. Refrescantes y equilibradas. Estupendas la porra de naranja guarnecida con sardina ahumada y huevo duro, y el ajoblanco con helado de aguacate, pero la matrícula de honor fue para una sopa de tomate (de la variedad verde) con pepino, manzana verde, corvina y un poco de caviar. No le iban mal las huevas de esturión, pero sin ellas el plato hubiera sido igual de brillante.
Me recomiendan que pruebe el cogollo de lechuga. Un acierto. Un cogollo ecológico, con un sabor muy alejado de los que comemos habitualmente, que Paco Ruiz presenta con una agradable “salsa de la casa”, una especie de gazpachuelo suave que le va perfectamente. No se puede pasar en verano por Coín sin comer los tomates del Valle de Guadalhorce. Nos sirven un surtido de variedades ecológicas, entre ellas el imprescindible huevo de toro, pero también el amarillo o el naranja. Un espectáculo de tomates.
Salimos del kilómetro cero para probar unas anchoas del Cantábrico. Eso sí, presentadas sobre una mermelada de tomate local que las acompaña perfectamente. En la mejor tradición malagueña la berenjena con miel. Rica la hortaliza, pero falla el rebozado. Estamos en una zona interior. Zona además con una buena carne, la ternera de Coín. Por eso en Casa Paco tienen más importancia las carnes que los pescados. Y de estos, uno de tierra adentro como es el bacalao. Está muy bueno el que hacen confitado con un logrado pisto casero ligeramente picante.
Pasamos a las carnes. En la carta las hay a la parrilla (sobre todo cortes de ternera de Coín) y asadas, incluyendo cochinillo lechal y paletilla de chivo. Del chivo malagueño, felizmente recuperado, tomamos unas ricas mollejas salteadas con una salsa de ajo y limón. Al final no probamos la ternera y sí una presa de ibérico asada a la sal de carbón, sobre una curiosa mayonesa de huevo frito y pimientos. Lástima que la carne llegue demasiado pasada. Es el punto que pide la clientela de Casa Paco, pero se debería preguntar antes para aquellos que no quieran, como es mi caso, que la presa resulte demasiado seca.
Muy bueno el postre, un mousse de naranja rellena de crema de chocolate y naranja. Me cuentan que procede de una pastelería de Coín, Dulcinea, especializada precisamente en estas mousses. Al frente está un joven repostero cuyo nombre siento no recordar. Desde luego si todas las que hace están a ese nivel, merece la pena hacerle una visita. En cuanto a los vinos, en la bodega que maneja Antonio Ruiz hay una destacada presencia de referencias malagueñas. Nos ofrece algunas, como ese gran chardonnay DV de Descalzos Viejos, o el estupendo Pago El Espino 2019 de Bodegas Los Aguilares, ambos de Ronda. Muy buen sitio este Casa Paco, que con el producto local interpreta y reinterpreta perfectamente la tradición de Coín y del Valle del Guadalhorce. Ya saben, “a veinte minutos de coche” de Málaga, Fuengirola o Marbella.
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