No cabe duda de que Madrid, por cantidad y por calidad, es una de las mejores ciudades para el tapeo. Por toda la capital se extienden bares y tabernas cuyas barras son una auténtica tentación. Cada año, a finales de diciembre, les hago un particular ranking con mis 25 barras favoritas. Pero hay una zona de la capital que en los últimos tiempos, por diversas circunstancias, ha ido agrupando establecimientos de muy alto nivel en esto del picoteo informal. Se trata de la que linda con el parque del Retiro en su parte este, a espaldas de la avenida de Menéndez Pelayo. Allí se ubican muchas de las que aparecían en ese ranking personal del que les hablo. Además, en las últimas semanas se han registrado en esa zona dos movimientos muy interesantes que merecen un comentario. Por un lado, una de las mejores, la TABERNA LAREDO, se ha trasladado unos metros más allá, a un local mucho más amplio y acogedor (en la foto), en una calle paralela. Y por otro, el espacio que ha dejado Laredo lo ha ocupado rápidamente su vecino de enfrente, LA CATAPA. Otro sitio a tener muy en cuenta. Dos barras de categoría que se encuadran en esta zona junto a otros lugares de parada imprescindible como ARZÁBAL (tal vez la mejor barra de Madrid hoy en día), RAFA, LA CASTELA, LA HOJA, LA MONTERÍA, o alejándonos un poco, pero sin salir del barrio, CASA SANTOÑA. Por citar sólo los más destacados de la amplísima oferta. ¿Qué hace que una zona concreta de una ciudad, un barrio que curiosamente no tiene ningún atractivo turístico, se convierta en referencia del tapeo? En primer lugar, la calidad. El nivel de cualquiera de las barras que les he citado está muy por encima de la media capitalina. Tanto en tapas, pinchos y raciones como en la oferta de vinos por copas. Y en segundo lugar un efecto llamada que hace que, al contrario de lo que muchos creen, la competencia sea beneficiosa. Si en una ciudad enorme como Madrid tenemos que desplazarnos es mejor que en ese lugar haya una oferta amplia y complementaria que un solitario establecimiento, por bueno que sea. No es nada nuevo. En casi todas las ciudades de España las rutas del tapeo están bien definidas y concentradas.
Empecemos con las novedades. Bonito, y muy amplio, el nuevo local de los hermanos Laredo. Una barra de categoría, con espacio suficiente, y un comedor más grande para su fiel clientela. En pocos años han pasado del minúsculo bar de Doctor Esquerdo a este de Doctor Castelo, 30 (de doctor a doctor) con una etapa en la calle Menorca. Ya saben que para muchos esta es la mejor barra de Madrid. Desde luego su oferta de vinos tiene poco parangón. Y también algunas de sus raciones. Por ejemplo el salmorejo, excepcional (en la foto inferior). O esos mejillones de roca con mojo rojo, o los callos, o las croquetas, o, cuando las hay, esas tentadoras gambas rojas. Producto siempre de primera. En el nuevo local, supongo que por la urgencia del traslado, se echa en falta una pizarra con las raciones del día y la oferta de vinos por copas. Parece una tontería, pero anima a pedir.
El traslado de Laredo le ha venido de perlas a Miguel Ángel Jiménez, un joven y buen cocinero, que hace ahora dos años se instalaba por su cuenta, tras mucho tiempo trabajando para los demás, en un minúsculo local, justo enfrente del entonces exitoso Laredo. En La Catapa alternaba tapas tradicionales (callos, tortilla, salmorejo con ventresca, o incluso un buen steak tartar), con otras más modernas como las croquetas de trufa y patata o el tataki de tiburón. Ahora ha dado el salto al local de enfrente (Menorca, 14) que supone para él un cambio fundamental. Por fin tiene el espacio que quería. Y además de la barra, un comedor en condiciones. En una primera visita, agradable la coca de pisto y boquerones en vinagre; espléndida la tortilla de patata, y muy buenos los boquerones adobados y fritos en tempura (foto inferior). Ha ampliado la carta de vinos por copas, aunque aún no llega a la que tenía (y tiene) Laredo.
El resto sigue como siempre. Casa Santoña (Avenida Nazaret, 10) con algunas de las mejores anchoas en salazón de Madrid. La Castela (Doctor Castelo, 22) con sus pinchos de bonito, su mojama y su revuelto de morcilla. La Hoja (Doctor Castelo, 48) con sus especialidades asturianas y producto de primera. La Montería (Lope de Rueda, 14) con sus gambas invertidas (rebozadas, se comen enteras) o sus “monterías” (mejillones tigre) en una barra demasiado pequeña. Casa Rafa (Narváez, 68), una afamada marisquería que sirve en su barra mariscos de gran calidad (también un excelente salpicón), jamón del bueno y una ensaladilla que está entre las imprescindibles de Madrid.
Y dejo para el final Arzábal (Menéndez Pelayo, 13), que fue el número uno en mi lista de barras de 2011. Queda medio año, pero es posible que lo siga siendo. Iván Morales y Álvaro Castellanos no se han dormido en los laureles del éxito y además de abrir un segundo local, vecino del primero, continuamente crean nuevas raciones y tapas. Sus fijos, anchoas, alcachofas fritas, mejillones en escabeche, croquetas, callos (en la foto superior), se complementan siempre con algo nuevo. Esta semana, por ejemplo, un suavísimo y jugoso escabeche de bonito. Su oferta de vinos por copas es también muy completa. Y se conjuga además con la gran amabilidad de todo el personal, algo que siempre se valora, pero especialmente a la hora del tapeo.
Como ven, vale la pena darse una vuelta por esta zona de Madrid. El buen tapeo está asegurado.
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