Seguramente estoy muy mayor. Pero hay cosas que me traen entrañables recuerdos de la infancia. En este caso, una nota de prensa que me ha levantado la morriña: Avecrem ha comercializado ya veinte mil millones de pastillas de su caldo concentrado. ¡¡¡Avecrem!!!. Un recuerdo entrañable de infancia. ¿En qué casa de los años 60 y 70 no se ha utilizado en la cocina el Avecrem? ¿Quién de los de mi generación no tiene en un rincón de la memoria a su madre o a su abuela echando una de esas pastillas en la olla o en la cazuela? Todo por obra y gracias de Luis Carulla, un avispado empresario barcelonés que en 1954 lanzaba al mercado los primeros cubitos de caldo concentrado. Una auténtica revolución. En aquella España de penurias, tener la posibilidad de un puchero con sabor a pollo era todo lujo. Y más cuando se lograba sin ningún trabajo. El éxito fue inmediato. Carulla, además, era un genio de lo que ahora llamamos marketing y supo vender como nadie su caldo utilizando el que entonces era medio de masas: la radio. Consiguió también algo que muy pocas marcas consiguen, darle nombre a un producto. Ahora, 56 años después, Gallina Blanca, la empresa que creó, sigue siendo icono y referencia de la industria agroalimentaria española. Por eso me van a permitir que dedique este post a esas pastillas “mágicas”, el Avecrem.
La España de 1954 salía de la posguerra. Acababan de desaparecer las cartillas de racionamiento. Y Carulla, que desde 1937 fabricaba sopas deshidratadas bajo la marca Gallina de Oro, descubrió los cubitos de caldo concentrado, invento alemán que rápidamente incorporó a su empresa. Primero de manera casi artesanal, aunque el éxito ayudó al rápido desarrollo de toda una industria. El producto era revolucionario y pronto se introdujo en todos los hogares. Con la ayuda de unas campañas de marketing desconocidas hasta entonces y que han sido santo y seña de Gallina Blanca. Los blogueros de mayor edad recordarán aquel concurso radiofónico que presentaba Joaquín Soler Serrano en la SER (entonces Sociedad Española de Radiodifusión, como decían pomposamente los locutores) con el título de “Avecrem llama a su puerta”, y que repartía premios de hasta 250.000 pesetas, una fortuna para la época. Incluso contrataron a Sofía Loren. Tiempos en que la radio era lo que ahora es la televisión, pero en mejor, con concursos, radionovelas de audiencias millonarias y series como aquel “Matilde, Perico y Periquín” que forma parte, como el propio Avecrem, la canción del Cola-Cao (“Yo soy aquel negrito…) o el desaparecido bulevar de la calle Velázquez, de mis primeros recuerdos. El acierto en sus campañas ha ido ligado a esta marca con eslóganes que han quedado para siempre, desde el “Chup, chup, Avecrem”, hasta el “¿Cueces o enriqueces?” .
Y ahora, cuando en nuestras cocinas tenemos todo lo que queremos y más, Avecrem sigue vendiéndose, aunque las pastillas de caldo ya no son sólo de pollo. Carne, verdura, pescado… o lo más nuevo, las de pollo de corral. Incluso algunas con menos sal, para adaptarse a las nuevas “demandas dietéticas y de salud”. Anda que no se iban a reír los españoles de 1954 de estas tonterías que ahora nos preocupan.
En 2010, Gallina Blanca, que mantiene un 50 por ciento de capital español, está presente en más de 70 países en todo el mundo. Y sus productos son mucho más que caldos y sopas. Pero lo que nos queda en el recuerdo es el Avecrem, la pastilla mágica. Por eso, en el vídeo que se exhibe en el pabellón de España en Shangai se han incluido imágenes de spots de esta marca. Y hay quien compara el Avecrem con otros iconos españoles como el 600 o el toro de Osborne. ¿Creen que es una exageración? 20.000 millones de pastillas de caldo concentrado vendidas desde 1954 lo explican.
Productos Gourmet Carlos Maribonael