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Blogs French 75 por Salvador Sostres

Un martes en Port Aventura

Salvador Sostresel

Llevar a la niña a Port Aventura en vacaciones o fin de semana no tiene ningún mérito. La magia existe y Santa Claus tiene el mejor trabajo del mundo. Sin que se me notara el cuidado le pregunté cuáles eran sus dos más amigas del momento. Isabel y Júlia, me dijo, y llamé a sus madres para explicarles lo que había planeado. Port Aventura tiene que empezar en casa, y mi idea era que el martes acudieran normalmente a la escuela y que allí estaría yo para darles la sorpresa. He de decir que me extrañó encontrar tan poca resistencia. No sólo no se opusieron, no sólo no me discutieron que fuera un día de colegio, sino que más bien me agradecieron que conservara aún la fuerza para concretar algo hermoso para sus hijas. La pandemia ha dejado un cansancio, y una tristeza, la sensación de que no tiene sentido imaginar nada porque igualmente no vamos a poder hacerlo. No es mi caso. Si yo perdiera la esperanza, perdería la vida. Hay que practicar el sobresalto y educar en el sentimiento de que la vida puede ser maravillosa. Hay que proyectar la metáfora, hay que forzar las costuras y Port Aventura es el parque temático más completo y mejor pensado de Europa. Las niñas me miraron como aturdidas cuando les conté la clase de día que iban a vivir, y tardaron en reaccionar. Pero cuando entendieron que un martes cualquiera se iba a convertir en el día más especial y luminoso desde que el Covid nos interrumpió el ritmo, empezaron a gritar como las niñas gritan cuando se juntan, y el júbilo de un mundo en el que todo es posible volvió como hacía tiempo que no lo recordábamos en nuestras vidas. A su felicidad sólo se parecía la mía. Si sé antes que mi hija lo que le gusta es porque aún vivo en mi niño y me gusta lo que me gustaba. He aprendido más de Shambhala que de cualquier libro. Su suavidad es la de un poema que aún no se ha escrito. Si me gusta El Bulli, si me gusta Nobu, si me gusta Ibiza es por el parque de atracciones que contienen, por el Port Aventura íntimo, el niño profundo que habita en cada una de sus genialidades y creaciones. Entre Shambhala y la aceituna esférica hay sólo unos cuantos metros de altura. La velocidad de Furius Baco es la gloria de saltarse un día el colegio. Mi hija tomó posesión del parque y se sentía la anfitriona de sus amigas porque el que había tenido la idea había sido su padre. Nunca he sido el más rico, pero a veces lo parece porque siempre soy el que tiene una mejor idea, y esto es muy importante. Por supuesto que riño a Maria, por descontado que le exijo, y de hecho mi esposa me suele reprochar que en algunas reprimendas sea tan duro. Es cierto que lo soy, porque el nivel tiene que guardar proporción con la alegría. Pero yo no he venido al mundo a hacer ver que es una desgracia lo que es extraordinario, ni a justificar mi inseguridad, la inseguridad que todos los padres tenemos, y es lógico que la tengamos, en la privación o en la austeridad, dos palabras que siempre me parecieron derrotas, ni a ahorrar en la luz ni la belleza que hacen que cada día nos dé sentido y merezca la pena. Yo he venido al mundo a llevar a Port Aventura a mi hija, a mostrarle la maravilla, a hacerme el adulto sólo para protegerla, pero a vivir desde el niño que nunca he dejado de ser para hacerla feliz. Prefiero el entusiasmo al cinismo, convencer a las madres de las amigas de mi hija de que precisamente un martes, porque es lectivo, es el día de ir a Port Aventura; que no que ellas me convenzan a mí del carril central de las cosas, de lo que es prudente que la escuela entienda y de si les estaremos dando un buen ejemplo. Claro que estamos dando un buen ejemplo, ¿qué otro ejemplo podríamos dar? Hay que acometer el Red Force One como el examen de matemáticas para el que nunca estudiamos y ver cómo la vida, y Enzo Ferrari, ponen a cada cual en su lugar. Port Aventura encarna además todas las categorías del orden. Es un parque pensado para que no tengas que pensar, para que te baste con fluir. Ellos lo han hecho todo por ti y tú sólo tienes que explicarle a tu hija por qué los Reyes existen, por qué algo imparable se ha puesto en movimiento y en este movimiento recordará siempre, si con los años no se le pudre el corazón, que alguna vez fue feliz y que ser felices es nuestra única estrategia. Port Aventura es para que mi hija sea hoy feliz con sus amiguitas, y todavía un poquito conmigo. Pero es sobre todo un ídolo para la fe de después, para que cuando su vida y sus compañeros y sus profesores o sus primeros jefes sean una urdida conspiración para que pierda la luz y la fuerza, ella tenga una bajada para que el cuerpo recuerde el tirón y el alma lo que de verdad nos conectaba con nuestra parte dulce, ingenua, entregada, asombrada ante el prodigio; la que más cerca de Dios estuvo si es que alguna vez estuvimos cerca de Dios. No sé lo que pensarás de mi cuando pasen los años. No sé si creerás que fui un buen padre. No sé tampoco qué vas a hacer con la luz que te estoy intentando transferir para que la multipliques y la guardes, y sepas hacia dónde correr cuando tus días se apaguen y necesites inspiración para devolverles la tensión. Sé que en Port Aventura eres feliz como todos tendríamos que serlo; feliz como una niña, feliz de una felicidad limpia pura, centrífuga, de Serpiente Emplumada. Conozco la última medida de devoción con quw me quieres pero también que para jugar y soñar te empiezan a resultar más útiles y más divertidas tus amiguitas. Está bien así. Por mi parte esperaba que un día el tiempo se hiciera cargo del fin, si así no hubiera sido yo habría seguido jugando a hacerte feliz. Y estás ahora, con tus 9 años que van a ser 10 en septiembre, justo al límite intacto de tu niña y a punto de que muchos cambios te turben y te aceleren. Yo continuaré donde siempre he estado, aunque tú no siempre querrás verme. Tal vez necesites decirme adiós para poder regresar como las buenas hijas acaban haciendo invariablemente con sus padres. Tal vez necesites matarme para que pueda volver a vivir en ti. Tal vez este martes en Port Aventura sea el último muelle en el alba, oh abandonado, que te quede nos queda amarrado antes de que partas, la última tensión que te retenga en lo que te hizo como eres justo antes de que la confusión te haga sentir perdida y sola en tu propio cuerpo y en tus extraños sentimientos. No has de preocuparte, porque aunque te lo parezca, nunca estarás sola. Al principio no entenderás lo que te digo, pero aquí estaremos siempre tu padre y Port Aventura, tu padre y Ferran Adrià, tu padre y Nobu esperando a que te des cuenta de que todo lo que buscas estuvo siempre en el mismo sitio y que basta con mirarlo con los ojos del niño que ha crecido pero que entiende que continúa siendo mucho mejor el niño que cualquier bisutería adulta. Aquí, justo aquí, estaremos para volverte a tomar de la mano, la mano que nunca te soltamos, y si te he educado bien tú esto, por lo menos esto, nunca vas a dudarlo. El martes ibas al colegio pero fuiste a Port Aventura. Me enfrenté a tu tutora con el mismo ardor con que solía decirle que estudiar matemáticas era una pérdida de tiempo porque para eso en casa teníamos servicio. Y es verdad: lo tenemos, y siempre ha hecho muy bien las sumas. Es verdad que nunca necesité las matemáticas y que sólo en las clases de Literatura aprendí algo de lo que me ha ayudado a vivir. Literatura, El Bulli, Port Aventura, el niño profundo que todavía está contento, a salvo, limpio, y que aún lo espera todo de la vida.

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