Pakta
Cocina: 10
Sala: 8
Servicio: 9
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Pakta es el restaurante japoperuano de la familia Adrià. Otra demostración de que la vida es un lugar maravilloso y de que cualquier revolución en nuestra tierra es claramente contraria a los intereses de la Humanidad. Oiga, déjese de tonterías y vaya a cenar. Cualquier carga policial está justificada si es para que nos dejen cenar en paz. ¿Dónde iremos a parar? Espero que algún día recordemos lo bien que vivimos, lo felices que somos y dejemos de hacer el imbécil coqueteando con lo que nos puede destrozar.
Tal vez Pakta sea el restaurante más delicado de Europa, el más refinado, el que más atención específica y concreta requiere. No tiene ningún sentido acudir a Pakta cansado, pendiente de otros asuntos, o con la idea de mantener una conversación que no tenga que ver con lo que se nos está ofreciendo.
Pakta es un restaurante que si no fuera de los Adrià y no estuviera en Barcelona tendría tres estrellas Michelin y estaría entre los cinco mejores restaurantes del mundo, junto a Disfrutar, Hoja Santa, Mugaritz y Gresca. Pero el odio y el resentimiento son casi tan estúpidos como los revolucionarios, y ya es triste que Barcelona lo esté sufriendo todo de golpe en sus carnes.
El jefe de cocina, Jorge Muñoz, y la jefa de sala, Zetkin Chung, hacen de Pakta un restaurante/templo que remite a nuestra parte trascendente, a lo que hace que comer sea algo más que lo biológico y tenga que ver con nuestra cultura, con nuestra espiritualidad. Hay una superioridad moral, intelectual en Pakta, parecida a la música de Bach. En estos tiempos de tanto ruido, de tanto relativismo y de tanta mediocridad, es especialmente terapéutico cenar en Pakta para recordar qué es lo importante y por qué siempre vamos a ganarles.
Pakta, más que un restaurante, es un dominio, una profunda exhibición de talento y de profundidad, de conocimiento de las cocinas japonesa y peruana por separado y de la manera más culta y elegante que tienen de fundirse. No es un nikkei al uso: no es un Nobu para jugar, sino un Bulli para recordar que Dios nos hizo a su semejanza.
Hay una superioridad en Pakta, algo maravilloso que se revela en el conjunto, en la cocina y en la sala, donde junto a Zetkin también destaca Fiorella García, en otra demostración de que las mejores cocinas no sólo merecen sino que necesitan unos transmisores que estén a la altura de lo que sirven porque sin ellos la experiencia sería incompleta.
Poderosa carta de vinos. Excelentes sakes. Pakta no es un restaurante, es un udestino.
Otros temas Salvador Sostresel