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Blogs French 75 por Salvador Sostres

Tiene razón Javier

Salvador Sostresel

Dry Martini.
Aribau, 162-166 (Aribau/Córcega)
Barcelona

Probablemente Dry Martini y Sushi 99 sean los dos locales del Occidente libre en que más clara tengan la idea de cómo tiene que funcionar el aire acondicionado. El lunes comimos en Hetta, otra vez extraordinario, pero con la refrigeración estropeada, de modo que con el café pedimos la cuenta y decidimos tomar un taxi veloz hacia Dry Martini para hacer la correspondiente benéfica.

Estaba su dueño, Javier de las Muelas, que me pidió hablar a solas un momento. Me expresó su disgusto por mis artículos sobre su bar, elogiosos con algunos de sus barmans, sobre todo con Ceferino, extraordinario, y con la belleza original del establecimiento, creado por don Pere Carbonell, pero manifiestamente críticos con algunos elementos de la nueva decoración y con parte del público que con el tiempo ha ido frecuentándolo.

Intento escribir lo que veo y pienso. Intento escribir bien. Intento ser justo. Pero si de algún rasgo de mi carácter me alegro particularmente es de que no me cuesta nada reconocer un argumento inteligente donde no lo esperaba ni pedir perdón si me doy cuenta de que me he equivocado.

Me dijo Javier que a lo largo de los últimos 20 años he escrito muchos artículos recalcando lo que no me gusta de su casa, y que en el último que publiqué en esta misma sección hace unas semanas, desaproveché una magnífica ocasión de “cerrar una herida”.

Tiene razón Javier, aunque sólo sea porque si soy cliente de Dry Martini es porque sus virtudes pesan más para mí que sus inconvenientes. Es verdad que Dry Martini es mi Dry Martini y que estoy muy a gusto en su magnífica barra. Es verdad que en los últimos meses he pasado ahí algunos momentos memorables. Y es verdad que también estas cosas hay que decirlas.

Dry Martini es una maravillosa coctelería. Probablemente el bar de calle (que no está en un hotel) más bonito y sólido de Europa. Su barra es majestuosa. Sus barmans -Ceferino y muchos de los más jóvenes- son muy buenos y es un gusto saludarles y beber bajo su instrucción. Los precios no son abusivos y podrían serlo. En pocos bares se puede llegar a estar tan bien como en Dry Martini, sobre todo en estos meses pegajosos, y lamento por Javier y por los lectores si, en mi fijación por lo que yo creo que son sus defectos, he perdido la perspectiva y la mesura y no he recalcado con suficiente entusiasmo que el balance es altamente positivo.

Igualmente, tanto el restaurante -clandestino- Speakeasy como los pequeños platos que se sirven en la barra principal son notables y adecuados para combinarlos con los cócteles. La gastronomía suele ser un recurso que en las coctelerías busca sólo cubrir el expediente, y en Dry Martini es en cambio un elemento central, tratado con sensibilidad y finura.

Mi sin embargo querido Javier de las Muelas ha sabido con el tiempo y con el esfuerzo actualizar el Dry Martini que fundó Pere Carbonell a las exigencias de nuestros tiempos modernos. Si a algunos nos disgustan ciertos aspectos de esta modernidad no es, en efecto, culpa de Javier. Gracias a su empeño tenemos todavía nuestro magnífico bar, cuando la mayoría de los de su tiempo cerraron. Mi próximo gintónic es a tu salud y para que cicatrice una herida que tan profunda nunca tuvo que ser.

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