Los manifiestos casos de corrupción en Ciudadanos que estamos conociendo estos días, pasan tan desapercibidos como lo mucho que han robado socialistas, en claro contraste con el linchamiento al que está siendo sometido el PP, contra el que hay barra libre para exagerar sus asuntos y hasta para inventarlos cuando no existen.
En España no importan los crímenes. Ni importa el concepto del crimen en sí mismo. Importa quién los comete y a quién se los puedes endosar.
La corrupción, sólo se airea la de la derecha, mientras que la de la izquierda y la de sus afines se disimula o se silencia.
Igualmente, no suelen explicarse las maravillosas obras de caridad -que significa amor- de la Iglesia, y en cambio sus escándalos se magnifican como si el Sol fuera a apagarse.
También los ricos y los empresarios son siempre culpables; y los pobres y los obreros son siempre víctimas, como si ser más inteligente y trabajar más no tuviera nada que ver con el dinero que ganas.
Sucede lo mismo con los hombres, que son culpables por definición, y si alguna vez se acepta que son víctimas, lo son siempre en menor grado, y el delito merece un menor castigo, y se acaba considerando que de una manera u otra son culpables de lo que les ha ocurrido.
Si algún día te insulta, te roba o intenta matarte una mujer, un inmigrante, un okupa, un liberado sindical, un independentista, una lesbiana, un huelguista, una vegetariana, un antitaurino, un director de cine subvencionado, o un indignado, vale más que no se lo cuentes a nadie, porque lo más fácil es que el acusado acabes siendo tú por ser hombre, blanco, carnívoro, católico, empresario, casado por la Iglesia, con los hijos bautizados, y tan casposo, tan retrógado y tan sumamente fascista que ni siquiera te has divorciado.
Otros temas Salvador Sostresel