Ayer pasé con mi hija por delante de casa de mi abuela, que falleció el año pasado, y me preguntó: “¿Cómo vamos al Cielo?”.
Para contarle de una vez, y en un minuto, la resurrección de alma y carne, le dije que Dios nos lleva y somos invisibles en sus manos. Le pareció una respuesta adecuada, y no me repreguntó como hace cuando no entiende lo que intento explicarle.
Los niños asumen de un modo muy natural y alegre la espiritualidad. Mi hija tiene 4 años y desde que me preguntó la primera vez por Dios, lo ha entendido siempre todo y se va incorporando a la fe sin ninguna dificultad.
¿Por qué esa rabia contra enseñar religión en las escuelas, en la edad que mejor puede comprenderse? Aunque los padres sean agnósticos o ateos, ¿qué hay de malo con Dios? ¿Qué miedo os da el amor? ¿Cómo puede perjudicarte aprender a perdonar?
Bautizar a tus hijos y ayudarles a hacer la Primera Comunión es regalarles un pasaporte, y si luego no quieren utilizarlo, no les hará ningún daño.
Lo que les hace daño es tu arrogancia. Dios, ¿qué daño puede hacerles si nos mandó a su Hijo a la Tierra, y aunque le matamos nos perdonó para que supiéramos cuánto nos ama. Dime, ¿qué daño puede hacerle a tu hijo la gran lección de la compasión?
La laicidad no es una opinión, es una pedantería. Intentar borrar a Dios del mundo es infantil, además de bastante estúpido. La ofuscación anticlerical de algunos padres es la metáfora de su gran fracaso vital, y es muy deprimente ver cómo los perdedores insisten en inocular a sus hijos el terrible virus de la derrota.
¿Qué hay más triste que un niño con el alma seca, con la esperanza destruida por sus propios padres? ¿Cómo puede ser este mundo tan bestia?
Otros temas Salvador Sostresel