Mi querido Pablo Casado acudió el otro día a una conferencia en el Club Siglo XXI a explicar la recuperación económica. Una entre el público soltó la habitual carraca de la precariedad salarial a cuenta de una supuesta camarera de hotel que tenía que limpiar 400 habitaciones al mes para llegar a un salario de 800 euros.
Pablo Casado le respondió que no entendía a qué venía tanta quejadera, porque también su hermano, que es médico, tiene que visitar a muchos pacientes al mes para ganarse su sueldo, que no es precisamente de millonario, y las redes sociales se levantaron para lincharle.
Lo primero que hay que decir es que en España los estudios son gratis o casi gratis, y que si sólo llegaste a camarera un poco de autocrítica no te vendría mal, y que en cualquier caso no puedes esperar vivir donde Sol Daurella.
Lo segundo es que muchos médicos trabajan efectivamente mucho y muy bien, para ganar sueldos de camareras. El sueldo medio de un médico residente en un hospital es de 950 euros; y gana 940 euros más por 7 guardias adicionales. Contando que trabaja 38 horas semanales, su precio por hora es de 5,9 euros. Mirta, mi doméstica, me cobra la hora a diez.
España no es un país tercermundista que explote a los trabajadores, pero nuestro gusto por los linchamientos sí es de tribu africana de hechicero y machete; y lo que la turba llegó a decirle el lunes a Pablo Casado es sin duda de camarera que sólo sabe fregar.
Los linchamientos no son inofensivos pero gozan de una total impunidad en España. Escondidos en la masa y en el anonimato, cualquiera se atreve a la más sonada mentira y al insulto más atroz.
Éste es nuestro peor tercetmundismo, nuestro salario más bajo. Nos falta la higienizante tensión moral de los países verdaderamente libres. Sin ir más lejos ayer, a Arnaldo Otegi, no le dejaron sobrevolar el espacio aéreo americano por ser un terrorista.
Otros temas Salvador Sostresel