Un juez del Tribunal Supremo ha dicho que la violencia de género depende de la maldad intrínseca de las personas y que si las mujeres fueran las fuertes, este tipo de violencia se ejercería al revés.
Hay mujeres malas y hay hombres malos. La violencia que suelen ejercer los hombres contra las mujeres es más física, y tiene consecuencias de más fatalidad.
Pero también las mujeres ejercen una violencia contra los hombres, menos física porque no pueden, pero igual de perversa, usando las armas con que ellas se sienten fuertes.
No se trata de comparar violencias ni de ponerlas en plano de igualdad. No se trata de justificar una violencia con la otra, pero aunque la violencia que usan las mujeres contra los hombres no mata, la denuncia falsa, el chantaje de no dejarles ver a sus hijos y los atracos económicos igualmente conducen a la destrucción de cualquiera que los sufra.
Hay hombres malos y mujeres malas. Hay maldad en este mundo loco, y son funestos sus resultados. Es terrible y es dramático. Dios nos enseñó a querernos y esto es lo que hacemos con su don. Deberíamos avergonzarnos.
Vivimos demasiado alejados de la lección fundamental de la misericordia y por demasiado cinismo hemos olvidado que somos hijos del amor.
Nos sobra odio y nos falta compasión, nos sobran linchamientos y nos falta perdón, nos sobra violencia y nos falta piedad. Es la arrogancia de querer vivir de espaldas a Dios de donde primero nacieron la violencia y el mal, y sólo en Su luz recuperaremos la ternura y la comprensión, y esa caricia de sangre y dolor filial con que redimió el gran dolor de la Humanidad.
Otros temas Salvador Sostresel