La ministra de Sanidad ha dicho que cuando está con su hijo pone el modo avión en su móvil para lograr que el tiempo que le dedica sea de máxima calidad.
Quiero decir que una persona que pone el modo avión ni que sólo sea un minuto, no está en condiciones de ser ministra de nada. El Gobierno no desconecta ni descansa y todos somos hijos suyos exactamente igual que sus hijos de sangre. Si esta señora no tiene el estómago, las agallas y la inteligencia que se precisan para entenderlo, que se dedique a cualquier otra cosa.
El buenismo nos ha ganado la partida. Que en nombre de la estupidez argumental de la conciliación una ministra se refiera a las exigencias de su cargo con semejante frivolidad es un insulto a lo que alguna vez significó tener sentido de Estado.
Además, el tiempo que yo le dedico a mi hija es de la máxima calidad y nunca pongo el modo avión; y forma parte de esta calidad, y de la imprescindible educación de cualquier niño, que aprenda a callar o a silenciar su iPad cuando papá recibe una llamada importante, y es así como mi hija crece en la tensión de la libertad ligada a la responsabilidad y en la moral de que no hay derechos sin deberes.
Si un simple columnista como yo hasta duermo con el teléfono encendido, una ministra no tendría ni que dormir.
Una ministra que educa a su hija con el modo avión, como si fuera una secretaria que va al cine, acabará creando otro parásito de Podemos, y no es que vayamos precisamente escasos de esta especie.
Para derechas así, vale más que sigamos pagando el PER a los jornaleros, que como mínimo sabemos lo que nos cuesta.
Otros temas Salvador Sostresel