Franco significó tal negocio para la izquierda que, cuando murió, los siniestros se conjuraron para mantenerlo vivo y poder continuar viviendo de su mejor y más rentable pretexto.
Durante el franquismo, la izquierda pudo permitirse la dejadez de ser comunista y más totalitaria que el propio régimen al que combatía; y ningún esfuerzo intelectual tuvo que hacer para adecentarse, y le bastó repetir todas sus mentiras, e insistir en todos sus fracasos, a cambio de todo el prestigio.
Afrontó la Transición como si le debiéramos algo, y los más grotescos personajes se sentaron en las más trascendentes mesas de negociación, influyendo de un modo absurdo y tercermundista en nuestro destino. El Partido Comunista fue autorizado, en una apología del crimen mucho peor que si el existiera el Partido Nazi. Sólo hay que hacer el correspondiente recuento de cadáveres.
Si el franquismo supo enterrarse a sí mismo, y traer la democracia a España; la izquierda española continúa sin haberse desenganchado de las categorías morales del comunismo. Todo el mundo en España ha hecho la Transición, menos nuestra izquierda tan mezquina, y tan equivocada, que continúa anclada en su paradigma fundacional y totalitario.
Es tal la perversión del debate público en España, que se le pide a la derecha que condene el franquismo, cuando ella lo fulminó, y nunca se le pide a la izquierda que condene el comunismo, que fue y es mucho más sanguinario, y no sólo no lo condena sino que continúa encima reivindicándolo.
En el cuarenta aniversario de la muerte del Caudillo se puede decir que la izquierda lo nombra y lo evoca mucho más que la derecha, en un desesperado intento de seguir exprimiéndolo. La Memoria Histórica es otro tenderete para seguir viviendo de vender figuritas de Franco, igual que la cutrez sin límites de quererle desenterrar del Valle de los Caídos.
La izquierda española nada sería sin Franco, todo se lo debe a él, tanto mientras estuvo vivo como hasta ahora que lleva ya 40 años en reposo eterno. El mayor atraso que el franquismo propició a los españoles es esta izquierda tan baja, tan demencial, y tan perezosa.
Hay un Franco de bolsillo para cada revolucionario de pacotilla, para cada pobre chico que quiere cambiar el mundo. Hay un Franco para cada resentido, porque odiar es más fácil que amar, e inventarse un enemigo para hacer ver que libras una guerra es mucho más sencillo que tratar de construir un discurso original, equilibrado y justo.
Ni la derecha más franquista necesita acordarse tanto de Franco como nuestra izquierda de ayer y hoy. 40 años de dictadura más 40 años de democracia suman un total de 80 años de vivir de un solo hombre. Pocas esposas viven para exigir tanto.
Otros temas Salvador Sostresel