Entre Mrs. Robinson y Stranger to Stranger, Paul Simon pasa del desencanto de una señora de clase media americana, con los referentes agotados, el marido infiel y las cargas habituales de una vida ordinaria; a decirle, con 74 años, a su esposa, que si hoy volvieran a conocerse, volvería a enamorarse y el amor podría con todo otra vez.
Paul Simon escribió Mrs. Robinson en su juventud y Stranger to Stranger es la canción que da título a su último disco. No me malinterpreten, porque si tuviera que elegir mi canción preferida de todos los tiempos, probablemente me quedaría con Mrs. Robinson, pero estas grandes decepciones vitales siempre me parecieron más propias del narcisismo de la juventud que de una inteligencia razonadora. La decepción funciona mucho mejor como tema literario que como testimonio de la verdad. ¿Qué decepción?
La vida no es para quejarse. La vida es para exprimirla hasta sacarle todo el provecho. Entiendo que hay casos muy desgraciados y personas concretas que tienen muy mala surte. Pero tan mala suerte que no suelen escribir canciones, ni artículos, ni novelas.
No creo que la cuantiosa lírica de la decepción guarde ninguna proporción con lo realmente decepcionados que hayan podido estar sus autores, ni con lo decepcionantes que sus vidas hayan podido ser.
Más bien guarda proporción con esta irritante pedantería de la tristeza, con el absurdo prestigio que tiene la melancolía, mientras que estar contento parece de frivolones y de estúpidos. ¿Por qué? Es lo mismo que la política. Las mayores estupideces sobre la izquierda, o contra el capitalismo, se las he oído cantar a cantautores que les ha ido muy bien con la economía de mercado, y que en ningún caso han renunciado al dinero que han ganado, lo que por supuesto me parece estupendo. Pero entonces, ¿por qué no dar las gracias? ¿Por qué no contarles a los pobres, si son tu público, que el capitalismo es lo que funciona y no el sistemático fracaso de todas las formas de socialismo? ¿Cómo puedes creerte solidario si insistes en la comodidad de continuar mintiéndoles en lugar de alumbrarles con tu incómoda verdad?
Paul Simon escribió Mrs. Robinson en 1968, a los 27 años. En el año 2000 escribió Darling Lorraine, en 2011 Love and hard times, y en 2016 Stranger to Stranger, tres canciones sobre el amor ligado al agradecimiento y a la eternidad, a la profundidad del vínculo que nos libera, y a la sombra de Dios reflejada en el agua.
Paul Simon siempre ha sido un genio. Y si fue como todos un presumido de joven, ahora que la clarividencia es su característica, y esa gran comprensión que es imposible desvincular de la piedad, sus canciones son plegarias de gratitud, expresiones de una muy honda felicidad.
¿No hay problemas? Claro que hay problemas. ¿No hay hartazgo? Claro que muchos días acabamos hartos. ¿No hay mediocridad? Pues cómo no va a haberla, si somos imperfectos, caprichosos y débiles.
Pero cuando logramos sobreponernos y juntar las piezas, cuando después de la tormenta el jardín huele a tierra mojada y la noche cae suavemente como si alguien la retuviera para alargar el espectáculo, entonces tu canción sólo puede ser alegre. Agradecida y alegre. Emocionada por lo mucho y maravilloso que tienes, y con cada verso intentando acariciar la cara de Dios.
Entre Mrs. Robinson y Stranger to Stranger hay un chico que dejó de ser un presumido para poder ser un hombre justo e inteligente, capaz de dar esperanza, que es el deber de los que fueron agraciados -y en cierto modo castigados, como dice Capote- con el talento.
Cada vez que la decepción te tiente, piensa en tu vida y en tus oportunidades, en la era que te ha tocado, en el lugar donde vives. Haz un recuento rápido de las personas a las que quieres y te quieren, y pregúntate si realmente crees que lo mereces.
Y luego, escribe tu canción lentamente, dulcemente, como una nana, para que todo tu amor y toda tu suerte, la inmensa suerte que tienes, vengan como cada noche a dormirse entre tus brazos.
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