La bomba atómica fue la bomba humanitaria. Me gusta celebrar con agradecimiento su aniversario. Son cientos de miles las vidas que ayudó a salvar poniendo fin a la Segunda Guerra Mundial. Cientos de miles de vidas, muchas más que las muertesque causó.
La comedia antinuclearista es pensamiento débil. No hay ningún problema con la energía nuclear ni con el armamento nuclear. Hay un problema, y gravísimo, cuando los malos pueden tirarte una bomba atómica. Por eso Israel se opone al acuerdo de Obama con Irán.
Porque es fundamental que sólo La Civilización tenga este poder definitivo, porque en nuestro mundo loco y absurdo una vez cada tantos años hay que ponerse serios para evitar cientos de miles y hasta millones de cadáveres, y nuestra vida, y la pervivencia del mundo libre, depende de nuestra hegemonía indiscutible en aquel momento, como la tuvimos en Japón y así acabamos con aquel endemoniado horror y logramos la paz.
El problema de la bomba atómica es el mismo problema de siempre: el relativismo, la ignorancia de que existe el mal, la invertebración moral de esta izquierda frívola y mortífera que el presidente Obama representa con deplorable arrogancia y que nos está causando daños irreparables. Sólo hay que ver qué tipo de partidarios tiene -¡y tuvo!- Obama en España. ¿Esta gente, cuándo ha defendido alguna idea válida? ¿En qué momento su actuación no ha sido decididamente contraria a los intereses de la Humanidad? Obama contra Israel. ¡Pero si hasta le dieron el Nobel de la Paz! ¡Como a Arafat!
Hay que recordar con gratitud al valeroso presidente Truman, y el hecho de que tuviera un cerebro bastante más estructurado que el actual inquilino de la Casa Blanca, y decidiera poner fin a la locura, a la destrucción y al sufrimiento de un modo que no sólo selló aquella paz sino que nos ha asegurado la paz y el equilibrio -nótese que equilibrio significa que nosotros ganamos y los malos pierden- desde entonces.
Sobre Fat boy y Little man -así se llamaron las dos bombas lanzadas- ha descansado la mayor era de paz, bienestar y prosperidad que jamás haya conocido el Hombre, una era a la que afortunadamente pertenecemos. A veces hay que asustar, y tenemos que asustarnos, porque también el miedo ayuda a conservar la calma, el miedo a nuestro poder destructivo, que en Hiroshima y Nagasaki dejó de ser teórico para que todo el mundo pudiera conocerlo. Y temerlo.
Felicidades, Fat boy. Felicidades Little man. Por muchos cadáveres que os imputen, son más las vidas y las familias que salvasteis. Por mucho horror del que pretendan culparos, es mucho peor el horror que sin vosotros habría perdurado.
Hoy es vuestro aniversario y el de una Humanidad agradecida que fundó con vuestro estallido su mejor tiempo de bonanza.
Otros temas Salvador Sostresel