ABC
Suscríbete
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizMi ABCABC
Blogs French 75 por Salvador Sostres

Kun

Salvador Sostresel

Cenamos con un mi amigo en verdad muy joven. 21. Es realmente bueno. Inteligente, agudo, punzante, con un humor rápido, hiriente; mezquino sin disimulo, descarnado. A la vez es muy vago, poco generoso, “no creo en dar”, no hace nada. Está el Kun en la mesa de al lado y no para hasta que tengo que pedirle al somelier si cuando el jugador se marche puede preguntarle si tendría la bondad de dejarse tomar con mi amigo un retrato.

Veo a mi amigo muy ilusionado, caminando hacia la puerta. Vuelve a la mesa todavía más contento. Alegría de macarra de moto y chupa de cuero, alegría barriobajera, sin ninguna gracia. El señor Agüero ha sido muy amable y me habría gustado agradecérselo, pero me parece que es añadir molestia a la molestia que ya se ha tomado. Pienso en mi amigo mientras mira una y otra vez la fotografía, y pocas cosas hay menos elaboradas que pedir autógrafos a actores y futbolistas. Luego llega otro amigo de su edad, y celebran el acontecimiento como auténticos primates.

No sé por dónde se decantará la suerte de este muchacho. No se si su poderosa inteligencia se volverá fértil, aprenderá a domesticarla, y sabrá qué hacer con ella, o si la holgazanería le irá encharcando el talento y la fuerza, hasta ahogarlos. No sé si se pasará la vida pidiendo fotos a putas y futbolistas o logrará al fin que los autógrafos y las fotografías se los pidan a él y a poder ser por algo más digno. No sé si su humor será su sonrisa tendida sobre el mundo, sobre la vida, para mejorarlos; o si se irá amargando hasta volverse cinismo corrosivo, autodegradante sarcasmo sin provecho ni resonancia, y de lo mucho que pudo ser no quedará nada.

Supongo que todos en algún momento estuvimos en este alambre. Me gustaría que mi amigo muy joven no cayera en el lado naíf, absurdo. Me molestaría, me ofendería, me decepcionaría que la luz que he visto en él se apagara, que la pereza inutilizara su talento, que el mundo fuera un lugar más deprimente y menos luminoso de lo que podría ser si él se esforzara. Me entristecería que acabara siendo un chico gracioso y me preocupa que el tiempo, aunque aún muy lentamente, ha empezado ya a jugar en su contra.

Yo nunca podré devolver a mis directores y maestros lo mucho que hicieron por mí cuando tuve la edad de este amigo. Los restaurantes iniciáticos, que es donde todo cristaliza y se aprende. La sobremesas longitudinales. Las presencias míticas. La sensación de que pertenecía a la parte privilegiada del tinglado y que mi fuerza podía ser ilimitada. Pero puedo estar atento y detectar a los especiales cuando raramente se presentan; y ayudarles. No tengo duda de que éste es uno de ellos. No lo supe el primer día que lo vi pero a la primera semana quedé convencido. Hemos hablado mucho de que algo tiene que hacer, y de qué podría ser, pero escapa siempre de la conversación con un cinismo que de tan desaprensivo es una obra de arte en sí mismo, y me río. Pero sé que este equilibrio es altamente inestable y he visto que cuando cae es de golpe y es grotesca la parodia en que te conviertes de ti mismo.

Pedirle una fotografía al Kun es cutre aunque es cierto que no es tan terrible. Preparando el número la otra noche en Sushi estuve contento por satisfacer su pasión infantil, pero me fue nublando el ánimo, y la esperanza, mientras lo conseguía. Por los años que hace que lo conozco, por el tiempo y los restaurantes y los amigos compartidos, ya su fracaso no podría escribirse sin que el fracaso fuera también mío. Y odio perder, sobre todo cuando fui yo quien eligió las fichas y la partida. Tres años de tu vida, Salvador, convertidos en un chiste. Hoy vivo demasiado cerca de este desenlace, y no me gusta.

Otros temas Salvador Sostresel

Post más recientes