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Blogs French 75 por Salvador Sostres

Kiko Amat, eres un cobarde

Salvador Sostresel

Alguien bajo el nombre de Kiko Amat publicó ayer en un suplemento gastronómico de El País un artículo tan crítico como mal escrito sobre un restaurante del Ampurdán. El autor, con el pretexto de ahorrarse problemas legales, no mencionaba el nombre del restaurante.

Esto es fascismo. Esto es el fascismo. Tirar la piedra y esconder la mano. No escribir el nombre concreto para evitar querellas o demandas, pero dar suficientes datos para que cualquier lector que conozca la zona pueda saber de quién hablas.

El atrevimiento sin firma es una parodia de la valentía. El nombre falso da una falsa literatura. Somos lo que firmamos. Somos el precio que pagamos por firmar lo que escribimos. Somos la responsabilidad que asumimos por cada palabra. Y no ahorramos nada ni en nada. Dedicarse a insultar a un restaurante sin dar su nombre para que te salga gratis, es de una bajeza inaudita, una inmoralidad de muy penosos referentes, y un vergonzosos ciscarse en la memoria de todos los que dieron la vida por ensanchar un poco, un poco más, los límites de nuestra libertad.

Kiko Amat, que tampoco sé si realmente existe o es otra entelequia para ahorrarse apuros legales, es un cobarde, una histérica cobarde incapaz de dar la cara por lo que escribe, con miedo hasta de un restaurante, y que por verdad que sea el desastre que relata, merece meticulosamente todo lo malo que le ocurriera, porque su artículo es mucho peor y su infamia resulta insuperable.

Las cosas se dicen firmándolas. A las personas se las ataca mencionándolas, para que puedan defenderse de la manera que estimen conveniente. Claro que nos ponen querellas, y claro que dan miedo, angustia y rabia. Pero ¿qué otra cosa es escribir que meterse en problemas? ¿Dónde habita la libertad si no es en el límite del abismo? ¿Como se refieren las personas libres a las demás personas o cosas sino nombrándolas?

Yo escribo tu nombre, Kiko Amat, y hasta lo escribo con estas kas tan cursis y ridículas como tus tatuajes. Yo escribo tu nombre para decirte que eres un miserable, y que si quieres, aquí me tienes para querellarte. Mientras tanto, ya sabes por dónde puedes meterte tus patéticas “razones legales”.

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