Ayer se cumplieron 40 años de la coronación del rey Juan Carlos. Yo nací con la democracia y él para siempre será mi Rey, como Juan Pablo II mi Papa.
Juan Carlos fue un rey amable y conciliador, que nos devolvió la alegría de vivir, un rey que siempre, o casi siempre, estuvo contento, y los que hemos venido al mundo a pasarlo bien, nunca sabrá hasta qué punto se lo agradecemos.
Ayer se cumplieron 40 años, los mismos que tengo yo, que coronamos al rey que capitaneó los mejores años que ha conocido España: los más pacíficos, los más prósperos, los más libres y también, como él, los más felices. Sólo la gratitud puede ser nuestro sentimiento, y hay que recordar su obra sonriendo, tal como él nos hizo sonreír siempre, con su ternura, con su viejo afecto de mitad de Rey y mitad de padre, que tanto necesitaba un país acostumbrado a vagar huérfano.
Juan Carlos y la vieja guardia franquista trajeron la democracia España, mientras la izquierda todavía era totalitaria. Juan Carlos no sólo estuvo a nuestro lado, sino que estuvo de nuestra parte. Hasta los republicanos le adoraban. En el exterior empezamos a ser tomados en serio, y a ser alguien, gracias al respeto y admiración que los más importantes dirigentes y empresarios mundiales sintieron desde el principio de su reinado por nuestro rey Juan Carlos.
Luego llegaron los años de la estrechez de espíritu de la corrección política, con su desolador vómito de vulgaridad. Y el populismo que nunca ha logrado tener una ida mística de nada, aprovechó la crisis para intentar degradar las instituciones de nuestra convivencia y nuestra libertad.
A Juan Carlos le reprocharon un elefante y una mujer bellísima, en la ignorancia de que los reyes retozan y cazan, y viven su vida de reyes, necesariamente distinta de las nuestras.
Yo pude abrazar a mi rey algunas veces, que es un honor que llevo en mi vida como las fotos de mi hija en la cartera.
Juan Carlos, rey Emérito de España que nos reinaste y nos quisiste, que nos ayudaste en nuestro esfuerzo por ser al fin un país civilizado, vuela hacia ti nuestro afecto, el que siempre nos diste. Vuela para ti, como mejor homenaje, nuestra brillante recuperación económica y el reinado inmaculado de tu hijo, el rey Felipe.
Querido rey Juan Carlos: lo pasamos tan bien juntos, y fueron unos años tan agradables, que escribiendo esta carta hasta he olvidado que tutear a un Rey es impresentable.
Espero, Señor, que sepa perdonármelo.
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