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Blogs French 75 por Salvador Sostres

El talento disimulado

Salvador Sostresel

Bar But
Sala: 6
Servicio: 8
Cocina: 8

Bonavista, 8
933 607 128

Oriol Fàbregas es de familia tan buena como yo pero le gusta disimularlo y desde su aspecto físico hasta el de su restaurante busca empatar con la modernidad entre hípster y nihilista que destruye lo poco que queda en pie de nuestra era. “Señoritos de nacimiento”, Jaime Gil de Biedma lo escribió, “por mala conciencia escritores de poesía social”. La buena noticia es que no lo acaba de conseguir y que tanto en él como en su Bar But, situado en el desafortunado barrio de Gracia, prevalecen el buen gusto, un estilo noble y distinguido, y ese algo que hace que incluso en el mismo instante en que se dirige a su público de 30 euros la tirada, a él y a mí con una mirada nos baste para sobrevolarlo todo y entendernos más allá del tráfico diario.

Bar But es un agradable restaurante de la calle Bonavista, de una estética, aunque confortable, más convencional de lo que su inteligente cocina merece. No tiene salida de humos y con esta limitación es capaz de sorprender con un bao de pato memorable, con un buen tartar de salmón, unos macarrones notables gratinados con panceta y con conté y unas muy felices ostras que son una manera de decir “estamos en Gracia, pero como si no estuviéremos”.

La sensación es de que si Oriol fuera más él mismo y no tanto quien él cree que tiene que ser para gustar, nos daría muestras de un talento y de una vitalidad creativa que hoy por hoy se pierden en el artificio del disimulo. Si a un espacio tan poco halagüeño como el local que ocupa ha sido capaz de sacarle semejante provecho, y conseguir que tanto en la barra como en las mesas nos sintamos francamente bien; si puede sin cocina darnos de comer y de cenar con su acierto, precisión y encanto, es seguro que concentrándose en sus capacidades sin otro prejuicio que el de hacerlas brillar en todo su esplendor, lograría hacer algo importante.

Pero incluso buscando a un público de 20-30 euros -ese tipo de público- lo que ofrece tiene mucho más valor, mucha más altura gastronómica de la que -evidentemente- sus clientes habituales pueden entender y por lo tanto la visita a Bar But no sólo es recomendable sino que “no ir es perder dinero”, como decía el tío Iñaki cuando en las rebajas encontraba alguna ganga. Lo mejor es llegar y preguntar por Oriol y dejarse hacer. Pocas instrucciones, limitación ninguna, darle un poco de prisa si entre plato y plato pierde el ritmo y pedirle que enfríe ligeramente los vinos, tanto los blancos como los tintos.

Hay que ir a Bar But, sentirse bien en Bar But, comer sus hits, que ni son pocos ni son menores, y darse cuenta y comprobar que a los que tienen un don no sólo tenemos el derecho sino el deber de exigirles un poco más. Siempre un poco más, porque es así como estiramos los límites de la Humanidad. Así que ya puedes ir pensando en algo, señor Fàbregas.

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