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Blogs French 75 por Salvador Sostres

El rubito decorativo

Salvador Sostresel

Todavía sobre Industry (HBO). Está el personaje que es un rubito decorativo. Es una bendición que sea un hombre, porque podré describirlo sin que sea un delito. Rubito es un broker torpe, sin ningún talento para las finanzas, pero tiene en cambio una encantadora facilidad para atender a los clientes, llevarlos de fiesta, beber y drogarse con ellos, y lo que sea menester aunque la serie no lo aclara. Es tonto, es guapo, es simpático, es un fraude, es lo mejor que te puede pasar en la vida, tener a un rubito decorativo dispuesto a entretenerte. No sé cuándo nos parecieron poca cosa los que nos entretienen. No creo que exista una virtud mejor. Entretener a los hombres con dinero es una valiosa habilidad que cualquier empresa tendría que pagar con un magnífico sueldo.

Rubito es leve, poco pedante, vicioso, peluche de todo. Ser agradable y saber crear momentos ligeros es un don que yo agradezco como pocos. Tener talento es agotador, le vuelve a uno amargo, irascible demasiado visceral, muchas veces insoportable. Demasiada ansia, demasiado alcohol para volver líquida la distancia entre lo que entiendes y lo que eres capaz de concretar, entre la idea y la palabra, demasiada inestabilidad en el alambre. No hay descanso y nadie quiere velarte. Somos mucho más deprimentes que nuestra metáfora. Rubito es la sirena de una ambulancia que a lo lejos parece el arrullo de Dios. Las empresas del futuro no serán sobre productos sino sobre rubitos simpáticos que aguanten por lo menos lo que nosotros aguantamos, y sepan qué hacer con nuestra fuerza. No estoy del todo seguro pero me parece que Rubito no se acuesta con ninguno de sus clientes. No le hace falta. Tampoco creo que les haga falta a los clientes. A veces a los rubitos decorativos se les confunde con el sexo. Nadie medianamente interesante, nadie trabajado, calma su ansia con sexo. Solemos necesitar sexo, pero el abismo del talento no se calma con el goce del cuerpo sino con su sometimiento. Con una brutalidad mucho más devastadora que el placer que otro cuerpo pueda darte.

No me parecería mal que el cliente quisiera tomar a Rubito ni parecería bien que Rubito se negara. Entretener, vivir de entretener, es un arte, y como todo arte tiene sus momentos en que entregarte te hace dudar y cuesta. Puedes gestionar las expectativas, o domesticarlas, pero al final ahí está tu cliente y tú única misión es que dependa de ti, y que le hagas falta para todo lo que le puedas servir, y que sea su peor pesadilla que tú te alejes, y en tu entrega inteligente y productiva está la gloria de tu oficio. Algunos te dirán que te prostituyes, pero los que no somos unos obreros, damos siempre algo íntimo, que nos pertenece y nos define mucho más que nuestro cuerpo, a cambio del salario que tanto apreciamos luego.

Hay que tener un talento francamente inusual para ser joven, rubito y alegre para creer que puedes ganar más dinero en algo que no sea entretener. Hay más ricos que rubitos. Hay más fuerza desparramada que jovencitos que entiendan que sería el negocio de su vida saberla canalizar, y son demasiado vagos y arrogantes para entender sus posibilidades y por eso la vida pública española, y europea, se sustenta en no más que estupideces. Faltan rubitos y sobran quinquis, jetas que viven de sus padres, tumulto de demostraciones, quejicas de pancarta. Sobra arrogancia y faltan personas decentes y valerosas dispuestas a hacer algo bien hecho, y afirmarse en ello, aunque les cueste tomar la decisión correcta y se equivocan y aprendan. Entender a alguien y entretenerle es un tratado de vida.

Quien te llaman puta, lo más probable es que esté aceptando, y sin saberlo, ofertas mucho más tiradas.

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