El Barcelona salió con la semifinal encarrilada y el Atlético con la épica que siempre le es propicia, especialmente para las remontadas.
Los de Simeone empezaron atacando como queriendo dar continuidad a la segunda parte de la ida: intentaron chutar hasta tres veces dentro del área azulgrana durante el primer minuto del partido. Combinaban con acierto la presión alta con el repliegue ordenado cuando la posesión culé se alargaba, aunque lo cierto es que se alargaba poco, de modo que durante los primeros cinco minutos el Barça no pudo salir de su campo. Sólo lo consiguió cuando Cilessen jugó largo buscando a Suárez, que de un potente disparo hizo lucir a Moyá. Pero quien de verdad tuvo la primera gran ocasión del partido fue Carrasco: buen disparo y buenos puños de Cillessen.
El Atlético estaba cómodo en el intercambio de golpes y el Barcelona era consciente de estar jugado con fuego. Simeone intentaba atacar con continuidad y generaba un peligro considerable. Savic de un cabezazo en el área chica puso a prueba los reflejos de Cillessen, el mejor de los locales, que para confirmarlo le paró un duro disparo a Koke y un cabezazo a Godín. Un Barça prácticamente inédito y desbordado, con errores defensivos no forzados, cedía todo el protagonismo al Atlético, que presentaba sus credenciales para la final.
Piqué estaba más pendiente de pedirle al público que animara que de concentrarse en su cometido, y el cuarto árbitro le pedía a Luis Enrique que se calmara. Al asturiano no le gustaba lo que veía y no paraba quieto en la banda. En el minuto 35 Denis Suárez había perdido cinco balones del modo más injustificado. El Atlético atacaba como el Barça sin la fluidez de Guardiola y el Barça se defendía como el Atlético sin la solidez de Simeone. Cillessen continuaba siendo el mejor de su equipo pero al Atlético le empezaban a faltar ideas para atacar.
Sergi Roberto arrolló al Niño y pudo ser penalti. El Barça generó poco, más pendiente de que el Atlético no pudiera sorprenderle al contraataque que de sus posesiones habituales; pero pese al esfuerzo y al dominio colchonero, el de siempre hizo lo de siempre, se bailó a tres defensores, chutó desde la frontal del área, y aunque Moyá pudo rechazar con su mano izquierda, ahí estaba el uruguayo cazador para dar forma a la genialidad de su compañero.
La segunda parte empezó con las inoportunas molestias de Gaitán y de Godín, que fueron sustituidos por Correa y por Lucas. El Atlético parecía cansado aunque continuaba eléctrico a la contra. Sergi Roberto fue merecidamente expulsado, por ver la segunda amarilla, en el minuto 56, justo cuando Luis Enrique iba a sustituirlo por Aleix Vidal, que se volvió a poner el anorac. En el 58, a Griezmann le anularon un gol por un fuera de juego que no lo era. El Atlético podía reclamar, con razón, que entre el probable penalti de Roberto a Torres y este gol mal anulado, tendría la semifinal empatada. Gameiro entró por el Niño y Mascherano por Denis. El Atlético empezaba su acecho en busca del gol que le metiera en el partido pero en el 68 Carrasco resbaló, barrió a Arda y vio la segunda amarilla para dejar también a su equipo con diez. Busquets e Iniesta, ovacionados, sustituyeron a Arda y Raktic.
A partir de ahí pasó de todo: Messi en el 77 estrelló una falta en el larguero; y en el 78 la semifinal pareció abrirse por un penalti de Piqué a Gameiro, pero el francés chutó alto, aunque corrigió su error en el 82 empatando el partido. En el 84 a Luis Suárez le anularon acertadamente un gol por fuera de juego. En el 90 Suárez vio la segunda amarilla por pura inconsciencia y se perderá la final. El Atlético buscó hasta el final el gol que le faltaba, y Griezmann lo tuvo pero remató mal. Asedio total y hasta Moyá subió a rematar el córner. Feísima falta final de Luis Filipe a Messi.
El Atlético lo dio todo pero le faltó suerte y algo más de acierto del colegiado Gil Manzano. El Barça supo sufrir, tiene a Messi y estará en la final.
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