Los documentos secretos del Régimen que está publicando ABC prueban que Franco fue mucho más audaz que sus detractores, cuyos contubernios tuvo siempre controlados al milimétrico detalle. Aunque ya lo sabíamos, estos papeles recalcan la idea de que no fue casualidad que el general muriera en la cama y tras gobernar durante casi 40 años. Ya sé que os duele, camaradas, pero no sólo, ni siquiera principalmente, os ganó por la fuerza. Os creísteis leones contra él, y nunca pasasteis de ser su hámster.
Lo que sobre todo demuestra la interesantísima documentación que estos días presentan nuestros periodistas Juan Fernández Miranda, Esteban Villarejo y Jesús García Calero es que el único intento con finalidades democráticas de derrocar al Caudillo fue el que planeó Don Juan, bajo las claras premisas de la libertad, el orden y la restauración monárquica, mientras que la izquierda se organizaba alrededor de un Partido Comunista más totalitario y criminal que cualquier versión del franquismo.
Por lo tanto, la absurda izquierda republicana que pretende siempre aleccionarnos desde su pretendida superioridad moral, fue manifiestamente inferior a Franco, sobre todo en inteligencia; y en todo momento anduvo fichada y bien fichada. Si a algunos de sus líderes se les dejó hacer la parodia del partisano fue porque el Régimen sabía que no estaban a la altura del conflicto, un poco como nuestros actuales populistas de porro y plaza, que creen que hacen una guerra y se hacen pis encima como los niños.
Hay que acabar con el mantra ventajista de los que todo lo perdieron por necios, y por ineptos, y quieren disimular culpando a Franco. ¿Durante cuántos años más van a intentar ganar contra el fantasma la guerra que perdieron contra la realidad ¿Cómo les puede costar tanto reconocer que perdieron porque fueron un desastre, sin buscar culpables imaginarios?
Los que dicen que al rey Juan Carlos lo puso Franco son los mediocres que permitieron que la dictadura durara 40 años; y contra los que tuvimos que luchar para que España no cayera bajo la influencia del Pacto de Varsovia, con las nefastas consecuencias que ello hubiera comportado, y de las que ni todavía hoy estaríamos recuperados.
Al rey Juan Carlos no lo puso Franco. Lo puso Don Juan, con su tenacidad, su generosidad y su legitimidad dinástica. Y lo puso peleando contra Franco, ya fuera en sus conspiraciones o en sus negociaciones, y coronando así su memorable hoja de difíciles y altísimos servicios a España.
Otros temas Salvador Sostresel