Si alguien cree que Sánchez y Rivera tendrán una actitud leal y favorable a los intereses de los españoles, está muy equivocado.
Tanto si permiten la investidura de Rajoy como si juntos o por separado le hacen una jugarreta de última hora, el resentimiento les va a poder muy por encima de su supuesto sentido del deber o de su todavía más supuesta vocación de servicio.
Si Sánchez y Rivera, que por distanciados que parezcan continúan operando juntos, favorecen la investidura de Rajoy, será para debilitarle aunque sea al precio de entorpecer la buena marcha del país, y con la clara intención de tumbarle mediante una moción de censura dentro de un año. Es muy típico de la izquierda tomar el poder sin haber ganado unas elecciones, y hasta habiéndolas manifiestamente perdido.
Ni está nada claro que el PSOE vaya a abstenerse, ni Ciudadanos es un socio fiable. Resulta deprimente que con los angustiosos retos que el mundo nos plantea, tengamos que gastar la mayoría de nuestras fuerzas luchando contra los propios demonios.
Hay una inmadurez de la política española, que es el reflejo de la inmadurez de la sociedad española, tan poco autoexigente y tan ingrata con los que de verdad han querido ayudarla.
PSOE y Ciudadanos encarnan esta asombrosa mezcla de superioridad moral de la izquierda y de unos recursos intelectuales francamente escasos. Un cóctel sin duda letal, por lo peligrosos que siempre resultan los mediocres con ínfulas que no conocen sus limitaciones.
Entre estos dos vanidosos hay mucho más pacto y estrategia común de lo que parece, y no tendrán ningún escrúpulo, ni tendrán ningún reparo ni les importará el daño que puedan causarnos. Que nadie esté tranquilo, ni confiado, porque Rivera y Sánchez están urdiendo algo, algo que veremos y sufriremos más temprano que tarde.
Y oye, chico, no era tan difícil prever que estos dos chicos eran venedores sin papeles de cocos en la playa. Por eso desde aquí quiero mandar un gran abrazo a todos los que les votaron.
Salvador
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