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Blogs French 75 por Salvador Sostres

Carta abierta al editor de ABC, Luis Enríquez

Salvador Sostresel

Querido Luis, si algún día te hago lo de Serrat, échame. Si quieres te mando una carta sin fecha y por motivos personales, pero no creo que te haga falta. Lleva 20 años sin escribir una canción decente, tirando de sus grandes éxitos, solo o acompañado, por orden alfabético o desordenados, con una voz menguante y una banda de feria barata. Si algún día, aunque sólo uno, te escribo un artículo que sea una copia de otro que ya he escrito, si algún día te ahorro el ímpetu, el esfuerzo o el abismo, te pido que vayas de frente a por mí y que no me dejes ningún margen.

Serrat es uno de los mejores autores de España. Serrat es la más cruel parodia de sí mismo y el ridículo que lleva haciendo en los últimos tiempos es un desolador derribo de su obra. Ninguno de sus seres queridos ha tenido las agallas de decírselo. Tampoco su mánager, José Navarro, Berry, ha tenido la hombría, ni la dignidad profesional de parársele de frente, y ha exprimido a su artista como a una puta vieja, sin protegerle, sin preservarle, sin salvarle de sí mismo. Serrat es por supuesto culpable, y el culpable, pero su colección de aduladores, con su representante al frente, no han tenido ningún reparo en arrastrarle para sacarle hasta el último euro.

Querido Luis, si algún día me ves dar esta lástima, si algún día me ves insultarme de este modo tan siniestro, y tan impresentable, te suplico que te apiades de mí y que me eches, y que no me dejes dar la vergüenza que ha dado Serrat desde hace más de diez años, cacareando sus grandes éxitos con arreglos de fiesta mayor y con un afán recaudatorio tan miserable, y tan descarnado, que no sólo le han borrado la poesía sino que la han negado.

La gira de despedida que justo ha anunciado no es ni siquiera una estafa. Es mentira. Ya pasó. Ya fue. Ya se despidió. Ya se murió. Ya se quedó sin amigos que le dijeran la verdad. Ya he tenido que escribirle yo. Ya ha tenido que montar una oprobiosa operación con el grupo PRISA, con entrevista incluida de Juan Cruz, otro que lleva tantos años cacareando que ya no se sabe qué es gallina y qué es cadáver.

Prometo no hacerte esto nunca, Luis, pero he visto desvanecerse a los mejores talentos de mi era, y Serrat ha acabado siendo su mayor enemigo, y tiene mérito porque no es un cualquiera; y si él con su obra ha sido capaz de hacerse lo que se ha hecho, ya no sé qué pensar de lo que en según qué grado de desespero podría hacerse un menor como yo. Por eso te imploro que llegado el momento no me lo permitas. Querernos es salvarnos aunque sea de nosotros mismos. Pasar hambre es preferible a ser Serrat y acabar pasando el cepillo como un mono de circo, burlándose de sus hermosas canciones.

No es que me alegre de lo que ha hecho Serrat, ni de lo que le han permitido que se hiciera sus colaboradores y amigos, pero sin duda su tragedia es una advertencia y hay que estar ciego para no entenderla. Si me he pasado media vida plagiando sus versos, me pasaré lo que me quede copiándolo pero al revés: es decir, tratando de no acabar como él, procurando no rebajarme a sus ripios, a su maquillaje corrido, a su incapacidad disfrazada de señorona repeinada, rodeada de una corte de cínicos vampiros que le han dejado sin nada más que su humillante repetirse a sí mismo una y otra vez, y cada vez peor, y cada vez más triste, y cada vez devaluando más lo buenísimo que ha creado, pisoteado por su ejército de vividores y su ambición -la suya- sórdida y baratísima.

Necesitamos el talento. Necesitamos la fuerza. Necesitamos la luz. Necesitamos a editores y a empresarios que nos quieran, que nos cuiden, que nos adviertan, que nos echen cuando caigamos en ser Serrat o Juan Cruz. Aunque sólo sea para que escarmentamos, para que reaccionemos, para que resucitemos, para que regresemos de este país de los muertos que Serrat habita, junto a su mánager y sus amigos, desde que escribió con Sabina “La orquesta del Titánic”, y todo lo que ha venido después, e incluso mucho antes, era ya un desastre. Créeme Luis, que cada mañana en la ducha pienso en cómo no hacer cómo él. No tengas miedo de arrasarme si algún día me ves peligrar y sientes que has de decirme algo más que slgo. De Serrat he aprendido que nadie me1 podría arrasarme tan cruelmente como yo. Por lo mucho y muy bien que tantas veces hemos celebrado el amor y la vida, si algún día me ves traicionarlas, mátame. Y no te preocupes por mí. Ya renaceré en cualquier parte cuando lo merezca, si lo merezco y sé perfectamente que ahí estarás tú, y sólo tú.

No sabés cuánto te quiero, Luis.

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